41. Bajo la luz eterna

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Me sentía emocionada

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Me sentía emocionada... Más que eso. Esperanzada, ilusionada. Libre. La sensación de que nada en el mundo era imposible, de que yo era dueña de mi destino. Pero había algo en estos sentimientos. No eran míos. A pesar de que los estaba experimentando, se sentían ajenos a mí.

Abrí los ojos para encontrarme de lleno con una escena azulada. Un tejado curvo y grisáceo. Una luna resplandeciente y centenares de estrellas titilantes como terrones de azúcar desperdigados en el cielo. Y un niño.

Un niño en unos ropajes blanquísimos que parecían resplandecer por sí mismos, ojos grises y cabellos cortos y negros. Estaba recostado en aquel techo, con las manos detrás de la cabeza en silenciosa contemplación del astro lunar. Una sonrisa tranquila adornándole el rostro.

—Ovack —escuché una voz familiar. Dos presencias habían aparecido detrás.

El joven Ovack apenas se volvió para darles un vistazo. Se trataba de Aluxi y el señor Faztes, ambos engalanados en atuendos pulcros y formales. Sentí una punzada de diversión. Era lo que Ovack estaba sintiendo. De alguna manera, su esfera interna que siempre me había sido tan esquiva se exponía abierta ante mí. ¿Cómo? ¿Era este un sueño?

—No puedes desaparecer en tu propio nombramiento —siguió la gruesa pero impertérrita voz de Faztes, conteniendo una clara admonición. Había hablado en sisem, pero de nuevo, el significado de sus palabras se había transmitido directamente a mi mente—. Los demás príncipes notarán tu ausencia.

—El nombramiento ya pasó —desestimó Ovack, sin volver su vista de la bóveda celeste. Su voz era diferente a la de ahora. Infantil, efusiva—. Además creo que esos imbéciles están bastante entretenidos lamiéndose de alabanzas los unos a los otros. No tengo muchas ganas de morbo ahora.

Aluxi ahogó un exhalo de reconvención por su manera de expresarse y Faztes resopló. Ovack se regodeó en sus adentros. Le gustaba escandalizar a los demás usando ese lenguaje, era una de sus diversiones. Aquello no fue algo que deduje... simplemente lo supe.

Sentí el hálito de afecto que Ovack profesaba por Faztes y Aluxi... Eran afectos diferentes. Detecté el tinte de respeto hacia el anciano, una estima más allá de la de un instructor... un cariño parecido al filial. Una consideración diferente hacia Aluxi. Lo tenía por un buen tipo y, a su manera, respetaba la seriedad con la que se tomaba su trabajo. Y una suerte de... gratitud hacia ambos. Gratitud por soportarlo, y también por estar presentes en ese día tan especial para él.

Comprendí que había algo que me estaba permitiendo saber no solo lo que él sentía, sino que pensaba.

Y también, el contexto de aquella escena.

Acababa de tomar los votos. Ahora era un príncipe.

Había sido una ceremonia sencilla. Pero para Ovack había sido simplemente espléndida. Estuvieron presentes todos los príncipes y princesas, más por protocolo que por verdadero interés. No podían faltar al recibimiento de un nuevo miembro de ellos. Ovack sabía que a ninguno de sus, ahora, pares les agradara la nueva adición. Pero él estaba más que exultante.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now