(43)

6K 774 354
                                    

Comenten mucho, el capítulo trae una sorpresa <3

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Comenten mucho, el capítulo trae una sorpresa <3

43. Psicología para dos

—¿Estás segura que quieres hacerlo? —cuestionó Penny colocándose el cinturón.

—Sí, le he dado toda una semana para pensar... Sí ya no quiere estar conmigo, que al menos me lo diga en persona. ¿No?

—Sabes que eso te destrozaría.

—Ya. Pero no sería para siempre, Oliver sigue siendo un chico y... por más bueno que haya sido conmigo... Mi vida no puede girar en torno a él, es por eso que necesito respuestas —dije firme, casi obligando a que Penny me lleve hasta su casa.

Por suerte, me llevó sin quejarse mucho. Aunque cada dos minutos me preguntaba si estaba segura o si quería volver a casa. En mi mente, lo único que quería hacer era seguir acurrucada en la cama, mirando alguna película triste. Pero me estaría saboteando y sinceramente, no quería ese estilo de vida.

Así que, ni bien llegamos a lo de Oliver. Bajé del coche tratando de convencerme sobre que no estaba haciendo nada mal y, mandé a Penny a casa. No quería que se quedase esperando, lo que sí le pedí era que estuviera atenta para cuando quiera volver.

Tomé aire y... golpeé la puerta con mis nudillos. Con un dolor de estomago insoportable y las manos sudorosas. Ya había venido a su casa, había pasado la noche allí... pero jamás me había sentido tan nerviosa como en ese momento.

Hasta que la puerta se abrió, dejando ver a un Oliver en pijama y con mala cara.

—Yo... —balbuceé, pero de mi boca no salió nada.

—He visto que venías por la ventana, te abrí intencionalmente —aclaró en tono brusco, mientras me dejaba pasar.

—He venido para que hablemos —aseguré, tratando de calmarme.

—¿Quieres dejarme? ¿Es eso? —inmediatamente sus ojos se empezaron a humedecer y se mordió el labio inferior, nervioso.

—No.

—¿No?

—No.

Oliver se pasó la mano por el rostro y soltó un suspiro, para luego guiarnos a su dormitorio. Lo seguí, sin saber muy bien para qué.

—Debo cambiarme, puedes decir lo que quieres decir mientras —comentó, quitándose la camiseta.

Tragué saliva y cerré los ojos por instinto, así no iba a poder concentrarme.

—He querido venir porque... no quiero que pienses que te engañé. Jamás haría algo como eso —aseguré, aún con los ojos cerrados.

—Lo sé.

Fruncí el ceño, abriendo los ojos de golpe. Viéndolo aún sin camiseta.

¡¿Y por qué no se ponía la camiseta?!

Edición limitada [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora