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 Matthew

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 Matthew

—¿Cómo te fue con las chicas? —preguntó Oliver, ni bien me adentré a su coche.

Lo miré serio.

—Bastante bien —me limité a decir.

—No puedo creer que Amber aún tenga dieciséis —dijo ladeando la cabeza, mientras sonreía.

—Ni yo, aunque según tú cumple diecisiete en febrero —refunfuñe, esperando que sea cierto.

No me gustaba la diferencia de edad, aunque al menos, solo le llevo dos años y no cuatro.

—Tranquilo, son solo dos años. No es para tanto —reclama, rodando los ojos.

Por alguna razón, en cierto modo, no me gustaba ser más grande que Amber. Especialmente por su falta de experiencia.

Aún así, había algo en Amber que me atraía y por alguna razón quería averiguar qué era lo que la hacía tan cautivadora últimamente.

Nunca habíamos establecido una conversación, pero siempre la vi en las gradas o en la cafetería.

Hasta que hace unos días, decidió hablarme. Y sinceramente, jamás había esperado que ella me dijera tal cosa. Había aceptado porque no quería rechazarla y luego no me hablase, pero no me gustaría ser el experimentado. Mis preferencias eran muy distintas a lo que era Amber y eso me incomodaba un poco.

Además, el haber estado con chicas mayores me dejó en claro que una de dieciséis no podrá hacer lo que una de veinte sí.

—¿Crees que se encuentre bien? —indagó Oliver, lo miré fijo tratando de descifrar a que se refiere—. Con lo que pasó con Alex —aclaró, estacionando el coche.

Suspiré molesto.

—No lo sé —bufé—. Todavía no entiendo por qué él, estaba en la fiesta. Debería estar encarcelado.

Alex era un completo idiota y todos ya hemos tenido problemas con él, pero más que nada Oliver. Supongo que aprovechó el momento de golpearlo con ganas y con razón cuando lo vio haciéndole daño a Amber.

Y aunque, me arrepiento un poco de no haberla ayudado. Debo admitir que me la estaba pasando muy bien con Bella.

Una vez que salimos del coche y nos adentramos a la casa de Oliver, notamos que la fiesta ya había terminado. Pero aún seguían los chicos del equipo de lacrosse y algunos del equipo de natación, además, Oliver nos había invitado a dormir. Aquello era una clase de ley entre nosotros, así evitábamos que alguno conduzca ebrio y provoque un accidente. Cabe recalcar que era idea de Oliver y todos le seguimos la corriente, suele ser muy pesado si no le haces caso.

—¿En serio sigues hablándole a la friki rubia? —indagó Hunter bebiendo de su lata de cerveza.

Sabía a quién se refería, pero solo me limité a rodear los ojos.

Edición limitada [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora