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Matthew me seguía observando y yo comenzaba a temblar del frío

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Matthew me seguía observando y yo comenzaba a temblar del frío.

—Debes cambiarte o enfermarás —dijo sereno, para luego apuntar a aquella puerta que se encontraba en la habitación de Oliver, donde él había salido con aquella chica. Tomé el abrigo y me adentre allí y al mirar, noté que era un baño.

¿Qué hacía Matthew en un baño con la chica morena? Posiblemente, nada bueno.

Comencé a quitarme el top mientras el agua escurría por mi cuerpo y siendo sincera me costó demasiado quitarme las prendas.

Me sequé como pude y me coloqué el buzo gris. A mi suerte, me llegaba hasta las rodillas. Así que, mi trasero no estaría tan al descubierto como había imaginado. Tomé mi ropa, junto los zapatos y salí de aquel baño.

Esperaba que Matthew se haya ido, pero no fue así.

—¿En serio no volverás a hablarme? —indagó molesto.

Su ceño estaba fruncido y se mantuvo de brazos cruzados. Como si mi ausencia de voz realmente le molestase.

¿En serio no le volvería a hablar? Eso era algo un poco infantil, pero vamos. Ya estoy harta de ser insultada y agredida y que él lo naturalice no me agradaba en absoluto.

—Sé que no debí dar por hecho que te afecta y que no, pero es que siempre vi que te dejas agredir por el friki. Creí que no te molestaría los insultos de los demás —dijo acercándose, lentamente. Sus palabras se oían como si estuviera pensando detenidamente qué decir y qué no.

Al notarlo demasiado cerca retrocedí y choqué contra una cama. Me senté, tratando de razonar un poco.

—No tienen derecho a menospreciarme —comenté cruzando mis brazos. Aún seguía molesta con él y con todos los que se sentían con el poder de etiquetarme.

—Ni a empujarte, ni a besarte si no quieres —argumentó—. Pero, hay chicos lo demasiado idiotas para no entenderlo.

Lo miré a los ojos, quería descifrarlo de una vez por todas. Pero no pude, era como si el verdadero Matthew se encontrara detrás de un muro y que cada cosa que decía dependía del día o del momento. Un día asimila que tengo naturalizado que me traten mal y otro me dice que no tienen derecho hacerlo. ¿Cuál es su verdadero pensamiento?

Y fue ahí cuando me di cuenta que lo he estado vigilando hace tiempo, pero solo sabía lo guapo que era. En realidad, no sabía más de lo superficial o de lo qué aparentaba.

—¿Tienes cómo volver a casa? —preguntó de golpe, cortando el silencio incómodo.

—Vine con Penny.

Matt asintió y se dirigió a la puerta. Para luego hacerme señas de que lo acompañara.

Tomé todas mis cosas y lo seguí, por lo menos me ayudaría a encontrar a mi amiga. Bajamos las escaleras, para luego pasar por la sala. Y allí estaba Penny, bebiendo de un vaso rojo mientras bailaba con Max, muy pegados.

Edición limitada [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora