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27. Límites

Estaba en la casa de Oliver, precisamente en su dormitorio. Últimamente lo estaba visitando mucho, lo cual me ponía nerviosa, pero a la vez me agradaba.

Penny me dijo que me recogería en una hora, así que... Oliver propuso ver una película. Pero en lo único que podía concentrarme era en el calor de mi cuerpo, provocado por nervios y hormonas.

Por otro lado, él sí que estaba concentrado en la película. Parecía estar mucho mejor, a pesar de seguir con aquellas ojeras y piel pálida.

—Sé que tengo lo mío en belleza, pero tampoco para que me devores con la mirada —dijo girando su cabeza, para quedar frente a frente. Sonrió burlón, pero yo solo pude bajar la mirada.

—Yo no... Yo no...

Oliver soltó una pequeña risa.

—Solo bromeaba —aseguró—. ¿Hay algo que quieres decirme o...?

Negué con la cabeza.

—Ya. Por un momento creí que me dirías que querías besarme.

Carraspeé, nerviosa. Mientras jugueteaba con mis dedos.

Vale, era momento.

«Al fin»

Lo miré a los ojos por unos segundos, hasta que, mi mente, no pensó absolutamente nada. Prácticamente me abalancé hacia Oliver, que si no fuera por él, hubiéramos caído al suelo. Coloqué mis manos en sus mejillas y junté nuestras bocas. Mientras que Oliver, me tomó de la cintura. El beso no duró mucho, pero si lo suficiente para que mi respiración se agitara.

Al apartarme, solo podía verlo a los ojos. Buscando algún signo de desaprobación para apartarme y salir corriendo. Pero eso no pasó, simplemente, Oliver me observaba. Desde los ojos a la boca, esperando a que me apartara. Pero tampoco pasó.

Oliver sonrió.

—Ha sido un beso corto, pero sin duda uno de mis favoritos —un pequeño hoyuelo se formó en sus mejillas—. Por no decir mi favorito.

Sé que me ruboricé un poco, pude sentir mis mejillas arder. Pero en ese momento no me importó.

—Si me permites... quisiera besarte nuevamente —susurró contra mis labios. Estábamos demasiado cerca, lo suficiente para su respiración chocara contra la mía y nuestras narices se rocen.

Asentí lentamente, tratando de decir algo, pero Oliver no me dejó responder. Simplemente volvió a besarme y yo, volví a disfrutar aquel momento.

No era como ningún otro beso que había dado, al menos así pude sentirlo. Sé que estuvimos largo rato entre besos y caricias suaves, pero nada más allá. Supongo que Oliver entendió a la primera, porque cuando intentó meter su mano dentro de mi camiseta, lo frené. Una cosa era besarlo y, otra muy distinta dejarme llevar del todo.

Esta vez quería hacerlo bien. Quería hacer todo a mi tiempo, sentirme completamente lista. Y por más que, a veces lo nervios e incluso el calor del momento, pueden interferir. Tenía que saber poner límites y ver, si Oliver estaba dispuesto a respetarlos.

Porque aunque ya lo conociese y, supiera de sus intenciones y sentimientos hacia mí. Quería asegurarme que tanto respetaba mis decisiones, no quería volver al mismo error que cometí con Matthew.

***

—¡Amber! ¡Ya ven a desayunar! —gritó mi madre desde la cocina.

Sí, ya habían llegado a casa. Pero por alguna razón, todavía no había visto a Eleanor. Al parecer quería pasar sus días encerrada en su dormitorio. Y siendo sincera, no me molestaba. No era como si fuese una gran diferencia, ya que de igual manera, casi nunca la veía.

Edición limitada [COMPLETA]Where stories live. Discover now