Un día común en Hogwarts

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Marzo, 2018

Harry le sonrió a sus alumnos mientras estos tomaban sus cosas y se marchaban en dirección al Gran Comedor para la hora del almuerzo. Suspiró y tomó los pergaminos, con un movimiento de varita los dejó en su despacho.

La puerta del aula siendo abierta de nuevo lo distrajo. La cabellera castaña de Lily y su uniforme amarillo de Hufflepuff lo hicieron sonreír.

-Hola mi amor -saludó Harry acomodando sus cosas en el escritorio- ¿qué tal tus clases?

-El abuelo Sirius me dio un Extraordinario en mi transformación de botones -dijo Lily acercándose a su padre y dejando que él le diera un beso en el cabello.

Harry sonrió. Hace un año aproximadamente, Sirius había comentado lo solo que se sentía en su casa, sin trabajo o algo que hacer. McGonagall habia estado buscando a alguien para que ocupara su puesto como profesora de Transformaciones, y Harry opinó que Sirius podría hacerlo.

Claro que McGonagall al principio estuvo aterrada, pero luego de que Harry la convenciera (diciéndole que los merodeadores se convirtieron en animagos sin ayuda), ella había aceptado. Era el segundo año de Sirius como profesor, y Harry había presenciado un par de clases. Explicaba los temas de manera divertida y clara, hacía bromas todo el tiempo pero era muy severo al momento de calificar. No tenía preferencias por casas.

-Me alegro, Lils -dijo Harry cerrando el cajón- ¿quieres comer en mi oficina o irás al Gran Comedor?

-Evan me está esperando en el Gran Comedor -dijo Lily encogiéndose de hombros. Evan Winters, un Hufflepuff del año de Lily, era el mejor amigo de su hija. Cabe destacar que Harry había estado bastante celoso (aun lo estaba a decir verdad) pero Annie lo había mirado de esa manera, recordándole que ellos también fueron mejores amigos a los once años y que nunca se quejó por aquello. Harry no volvió a tocar el tema.

-De acuerdo. Te veo en la última clase, ¿si? -dijo Harry agachándose y permitiendo que Lily besara su mejilla.

-Sí, papá. Nos vemos.

Suspiró cuando observó a su hija salir del aula. A veces no podía creer lo grandes que estaban sus hijos. Leo y Lily en primer año, James en tercero. Teddy dirigiendo un escuadrón de Aurores en el ministerio.

Se sentó en su escritorio, mirando por los enormes ventanales con los que contaba su salón de clases. Algunos alumnos, con la llegada de la primavera, salían más seguido a los jardines, veía a algunos gatos recostarse en el césped y el calamar gigante aparecía si le daban comida.

Sonrió cuando sintió la presencia mágica de Annie aparecer. Su esposa había llegado de Gringotts, como cada día.

Cuando Lily y Leo finalmente fueron a Hogwarts, y con un Teddy viviendo en un departamento en el Londres Muggle junto a Alex, la casa se sentía demasiado vacía. Harry extrañaba demasiado hablar con sus hijos acerca del día, ayudarlos con sus deberes, o simplemente el ruido de escucharlos tararear y reírse. Annie le había comentado lo mismo, y McGonagall les dio la opción de quedarse en el castillo. Annie en sus ratos libres, ayudaba al profesor Flitwick con sus clases, a Sirius o a Harry. Daba tutorías a quienes tuviesen dificultades y todos amaban a Annie. Harry los comprendía. Él la amaba mucho más.

-¿Qué pasa?

Harry extendió su brazo y Annie fue a acurrucarse en su costado. Alzó su rostro y el azabache la besó lentamente, disfrutando del momento íntimo que tenían.

-Sólo pensaba -dijo Harry sobre sus labios, presionándolos suavemente. Annie sonrió- Lily casi acaba de irse. Dijo que almorzaría con Evan.

Annie rió por lo bajo cuando Harry gruñó el nombre del mejor amigo de Lily.

Annie's extras: Bright yearsحيث تعيش القصص. اكتشف الآن