Día de fin de semana

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Agosto, 2008

Annie suspiró y se acurrucó más en el pecho de Harry, sin querer levantarse. Los niños no habían hecho ruido, por lo que debían estar dormidos. Los minutos de sueño eran sagrados.

-Ann..

-¿Qué? -balbuceó Annie sin abrir sus ojos. Harry rió por lo bajo.

-Son las diez de la mañana y los niños no han despertado, ¿no crees que es extraño?

-Sólo sé que estás interrumpiendo mi sueño.

A pesar de eso, dejó un beso en su cuello donde estaba muy agusto. Harry dibujaba círculos reconfortantes en su cadera. Las mañanas siempre eran ruidosas, con James entrando a su habitación a las siete de la mañana, Lily y Leo intentando salir de sus cunas, y Edward, él sí que dormía hasta la hora que quería.

Pero esa mañana estaba inusualmente calmada y Annie agradecía enormemente eso.

-Amor, tenemos que ir a ver a los niños.

Annie suspiró rendida y terminó por sentarse en la cama y se giró a Harry. Annie estaba con una camisa de Harry que le quedaba ancha, y le caía por un hombro, y unos cómodos shorts que utilizaba como pijama en verano. En casa, usaba más ropa de Harry que de ella.

-Buenos días.

-Hola -murmuró Harry con una sonrisa. Abrió sus brazos y Annie volvió a acurrucarse en ellos, el azabache besó su mejilla y se separaron.

-Vamos, dormilona -dijo Harry levantándose de la cama y trayendo a Annie para que se pusiera de pie. La castaña suspiró pero aún así se estiró.

-Yo iré a ver a los niños -dijo Annie. Harry asintió y besando su mejilla, se alejó para entrar al baño de la habitación. La castaña recorrió las habitaciones de sus hijos, pero ninguno estaba en ella, ni Lily o Leo. Frunciendo el ceño, bajó las escaleras y mientras más se acercaba, escuchaba el ruido de la televisión y olía a panqueques.

Sonrió cuando vio la imagen frente a ella, y para nada sorprendida del invitado que tenían.

James estaba en el sofá, balanceando sus piernas y tomando un vaso de leche, atento al televisor. Leo estaba en el suelo, en el tapete que Harry y ella les habían comprado para que jugaran, con bloques a su alrededor, intentando apilarlos.

Del otro lado, estaba Edward haciendo exactamente panqueques en la estufa. Lily estaba en la encimera del otro lado donde el fogón no estaba encendido, con Alex rodeándola para que no se cayera, aunque la castaña estaba más entretenida mirando a su hermano cocinar que en intentar alguna travesura. Annie no pasó desapercibida la mirada que Alex le daba a Edward. Annie a veces olvidaba que ambos tenían quince años.

-¿No son lindos ustedes?

Los dos se giraron hacia ella.

-Hola mamá.

-Hola Annie.

Annie se acercó a ellos sonriéndole a Lily cuando la saludó, pero no pidió que la cargara.

-Gracias por cuidar de tus hermanos -dijo Annie acariciando su cabello. Ahora, él era tan alto como ella.

-James vino a mi habitación en la mañana y dijo que quería panqueques -dijo Edward volteando justamente el que se estaba cocinando- se trajo a Leo y Lily con él. Ya les di desayuno también. Un panqueque cortado en trozos y un vaso de leche, ¿está bien?

Annie sonrió enternecida y dejó un beso en su sien.

-Eres un gran hermano mayor -dijo ella. Annie se giró a Alex- y tú eres un gran hermano menor, eh.

Annie's extras: Bright yearsWhere stories live. Discover now