Novena parte

2K 279 52
                                    

Tomo las hojas, cuando ya habían salido de la pequeña máquina, el plan que había hecho, estaba impreso en ese trozo de papel. Camina hasta la puerta, después de tantear la llaves del coche, quería acabar lo antes posible.

- Encargado, quería preguntarle algo. - habla un oficial, el ojimorado hace caso omiso, aún cerrando la puerta de su oficina. - ¿Samuel, tío? - y voltea, porque iba hacer muy sospechosos si sólo se iba, sin más.

- Ahora mismo no puedo, tengo un rastro y tengo que ir, ya. - comenta, el otro oficial nota que el contrario había dejado las llaves en la puerta, pero cuando iba decirle, el ojimorado no estaba. - Vale...

[...]

- Llegas tarde, guapi. - regaña, Samuel observa como el ladrón está recostado en su coche, esperando a que habrá la puerta.

- Sólo hagamos esto rápido.

Cuando ambos suben al auto, un silencio que no conocían inundó el ambiente, el ojimorado está esperando algo que no llega.

- ¿A dónde vamos? - pregunta con obviedad, Rubén da un pequeño salto en su asiento, por la repentina pregunta y le tiende una hoja al contrario.

- Perdona, ese botón salido de tu camisa me trae un poco distraído. - se excusa. - Pero ahí está la dirección del sitio donde vamos.

El mayor se asegura de abotonarse la camisa antes de arrancar el coche.

...

- ¿Es aquí? -vuelve a preguntar, el peliblanco asiente, soltando un suspiro, había sido un largo camino, se iba a encontrar con su amigo, casi fuera de la ciudad, quizás le pagaría al mayor por conducir tan lejos.

- Bueno, ahora a esperar. - indica, soportando una pequeña risita, cuando nota el rostro contrario.

- ¿Perdona? ¿A esperar? - el peliblanco asiente, su cara llena de burla, increíble. - No te disparó, por respeto a la pistola. - asegura, guiando hacia atrás su cabello azabeche.

El rostro de Rubén cambio a un entrecejo fruncido, por el chiste del contrario. - Bua, saliste don comedias.

- ¿A qué no te ha hecho gracia, tontito? - inquiere, era un mano a mano, el ojimorado creía que el encuentro iba hacer desde temprano, pero el menor, le había engañado, de nuevo.

Eso debía parar.

- Venga, Vegettita, que pasar tiempo juntos no es un delito. - el ojimorado iba hablar, pero Rubén lo calló. - No nos conocemos del todo, dime, ¿Qué quieres ser de grande? ¿Y porque mi esposo?

- Quizás para engañarte y así poder arrestarte.

- Joder, creí que era imposible, pero mataste el chiste, macho. - regaña, Samuel se sintió orgulloso de eso. - Los otros oficiales eran más simpáticos que tu, pero sigues siendo dueño de mi corazón, no te preocupes. - ...¿Qué?

- ¿Otros oficiales? ¿Hay otros oficiales que ocuparon tu caso? - pregunta, Samuel no quería saber la respuesta, realmente.

- Hombre, pues claro, tres oficiales. - el peliblanco voltea y se encuentra con el rostro confundido del mayor, y sigue hablando. - El primero se rindió, al ver los pocos antecedentes, el segundo no pudo con el miedo, cuando lo visite, una vez. - finaliza, pero Samuel seguía con una duda.

- ¿Y el tercero?

Rubén, levantó sus hombros restandole importancia, porque tampoco había mucho que hablar de el. - Les ofrecieron mi caso a muchas personas, pero nadie quiso tomarlo. - miro el reloj del auto unos minutos, antes de hablar. - Te soy sincero, creí que eras otro gilipollas, que tomó mi caso, sólo para ser el macho alfa entre los otros oficiales. Pero eres realmente terco en querer atraparme, como culo y caca.

Eso le hizo un poco de gracia al oficial y no evitó carcajear un poco, Rubén volteó a verlo, y rio también. - Calla, calla, y cuida ese vocabulario.

- Oh. ¿No te gustan los insultos? - Samuel niega, y el criminal- el realmente estaba sorprendido. - Hostia puta, realmente somos polos opuestos.

- ¿Lo notas ahora, cabezón? - cuestiona, y ambos ríen, las personas que pasaban, podían decir que sus risas eran sorprendentemente sinceras. Pero Rubén se sentía incómodo con algo.

- De Luque. - habla, el ojimorado para de reír cuando Lo escucha. - ¿Qué pasará si te muestro mi cara? - Vale, ahora si, Vegetta estaba sorprendido.

- Bueno... - realmente no lo sabía, ya se han visto muchas veces y tenían un acuerdo, ver el rostro contrario, no iba ser tanta diferencia. - Si tienes una vida, aparte de ser criminal, tendrías problemas. Pero si no es así, supongo que al hablar podría ver tus ojos y no sólo tus labios. - comentó, con un poco de burla.

- Ehh, ¿Que hay de malo con ellos? -su tono era un fallido intento de sonar serio. - ¿O es que si los sigues viendo, estarías tentado a besarme?

- Tampoco te flipes, tú. - advierte, y el criminal ríe, y antes de guardar silencio, se acomodó en su asiento, ya no sabía que iba hacer o que podía pasar. Pero ya no había vuelta atrás, cuando vio la máscara en sus manos, y a un Vegetta más sorprendido.

Sus ojos verdes miel, y su nariz un poco roja, del calor de la máscara, estaban expuestos, sus mechones blancos calleron, hasta su rostro. El peliblanco era muy apuesto, la verdad. Y parecía que Samuel también lo pensaba, porque no dijo ni una palabra después de todo.

- ¿Tas bien?

The criminal - Rubegetta AUTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang