Décimo sexta parte

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Joder

Samuel, tuvo que tomarse un tiempo para pensar que, realmente, había pasado tiempo desde que no se sentía así de desesperado por sentir un contacto más íntimo con una persona. El no acostumbraba a tener contacto sexual muy seguido, y peor con varias personas, sin embargo, el azabache tuvo que reconocer que este no era como en esas experiencias, donde la satisfacción no era mutua.

En este caso, el realmente sentía la necesidad de poder repasar el cuerpo del rubio, hacer que este se sienta tan bien para que siga soltando esos embriagantes sonidos de sus labios, haciéndolos más provocantes a la vista de Samuel, quién ahora sentía curiosidad de cómo se vería una mordida suya en la piel blanca del menor.

...

Ok, de verdad, ya estaba fuera de sus cabales...

Sin embargo, su desesperación comenzaba a incrementar en todo el recorrido hasta el auto por el cual habían llegado, y cuando -por fin- divisaron el transporte, el ojimorado tomo la mano contrario y apresuró su paso hasta lograr abrir la puerta del auto y empujar al peliblanco dentro. Hombre... necesitaba calmarse un poco, al menos, un poco.

- Bueno Vegetita, parece que alguien está muy desesperado, ¿No? - insinúa, incorporándose en el asiento del carro, para lograr quedar acostado en la parte trasera de este, dando paso al ojimorado, quién no dudo acomodarse encima del menor, y fue desde esa perspectiva que realmente apreciaba cada facción del rostro contrario, divisando el desastre que eran los labios del rubio ahora, tornados de un rojo iguales al sonrojo que adornaban sus mejillas.

Que... lindo.

- Calla, tú, tonto... - pronuncia al unísono Samuel, entre el oído y el cuello del menor, depositando pequeños besos, que producían suaves escalofríos en el cuerpo de este. - No soy el único afectado por esto. - comenta, al realizar un movimiento, que rozó ambos bultos que sobresalían en los pantalones de ambos. Y- y el peliblanco solo chasqueó la lengua.

- No los culpes, mis huevos realmente esperaron este momento desde que te vi por primera vez. - recrimina con seriedad, un tono que realmente hizo que contrario se le escape una risa por lo bajo apoyando su rostro en el hombro del ojiverde, de esta manera, ambos cuerpos seguían rozando la misma zona abultada debido a la cercanía, y ambos no sabían si podían segu~ - Samuel, siéntate.

Ah...

El oficial no podía mentir al decir que, al escuchar la voz contraria tan cerca de su oído, pasó un suave escalofrío por su espalda, y levantó su rostro hasta que sus ojos se toparon con los verdes miel del criminal, y- Dios... ¿Siempre han sido así de bonitos?

Entonces, tal como si fuera una voz de mando, acató la orden del peliblanco. Y... Samuel no iba a admitir que estaba siendo tan susceptible con el contrario ahora, porque si lo hacía, recordaría que es un criminal y seguiría ese pensamiento incesante de que; lo que está haciendo ahora, no debería pasar, que, tal vez todos estarían decepcionados de el, que tal vez y sólo tal vez, realmente había encontrado a una persona que podría llegar a amar y era alguien... ¿Afortunado?

Todos esos pensamientos volvieron a llenar su cabeza, perdiéndose en un limbo que su propia mente había creado, situaciones que aún no pasaban, pero que lo carcomía... Sólo por gustarle el criminal, ahora el ojimorado ya no lograb... ¿Eh? Tan rápido como su ansiedad apareció, se fue al sentir al peliblanco sentado en su regazo, ambas piernas en los costados de su cuerpo, sosteniendo el rostro del oficial con sus manos.

- Samu. - llama el peliblanco, con una voz sutil, acunando el rostro contrario con sus manos, sin dejar que sus miradas se separen. - Mira... sólo somos los dos, en medio de la nada. - declara, pero Samuel seguía embelesado de su tono tan... ¿Suave? ¿Sexy? Adictivo fue lo que termino pensando. - Lo que sea que suceda en este sitio... Será un delito donde sólo nosotros seríamos testigos. - termina, sonriendo ladino para sí mismo, pero antes de notar la sorpresa en los ojos del oficial, sus manos ya estaban colándose en la camisa de este, soltando cada botón. - ¿Te mola ese trato, De Luque?

The criminal - Rubegetta AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora