Décimo segunda parte

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- ¿Tienes claro lo que vamos hacer? - pregunta, aún siendole imposible ver al contrario a los ojos, pero aunque tratase, no lograba encontrar la máscara, en el suelo del coche.

- Mnm... Veamos, no, no entendí nada. - responde el peliblanco, su sonrisa estaba intantacta en su rostro, y Samuel, el volteó, porque tenía muchas ganas de desaparecer ese gesto, pero tan pronto lo vio, noto pequeños hoyuelos en esa sonrisa y su nariz un poco arrugada.

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Mierda, era innecesariamente guapo.

Y ahora no supo cuando estaba golpeando su cabeza con el volante, y el criminal observandole, con mucha confusión, mucha.

Pero el oficial odio eso, odio saber que su 'compañero' no sepa que estaba sufriendo por su culpa, ¿Acaso no era muy obvio?

Ah... El ojimorado podía jurar, que en ese momento ni el estaba concentrado en la misión, quizás estaba más desconcertado que el criminal.

- Samu, no sé si lo sepas, pero llamaras más la atención si golpeas así tu cabeza. - advirtió, entre risas. La verdad, era una muy graciosa imagen del ojimorado. - Pero que era broma, si entendí lo que me dijiste, no tienes nada de humor, macho.

- ¿Entonces que esp~

Un pitido muy suave se escuchó de fondo en la conversación, parecía una... ¿Alarma?

El criminal sacó de uno de sus sacos un móvil y deslizó un dedo en el aparato, borrando algo, pero el oficial tuvo miedo cuando el contrario se quedó callado unos segundos y luego volteó. - Me temo que se nos acabo el tiempo, guapi~

Y... Samuel quería que eso también sea otra de las bromas del contrario.

- Ya. - desinfla el estres en su pecho y trata de encontrar la máscara en cualquier lugar del coche, pero se detuvo, cuando el criminal mostró el objeto en una de sus manos. - Tú, tontito, la tuviste todo el tiempo, ¿He?

- ¿Eh? No... - alarga su tono sarcástico, un detalle que hizo que Samuel casi se le escapará un risilla. - Bueno ci. - y el oficial supo que no podía contener la risa, y tapó su cara con sus manos, quizás porque no quería que el contrario lo viese reírse, o quizás... quizás tampoco quería que la persona frente a el, viese su tenue sonrojo que coloreaba su rostro, puede que eso, o no. - ¿Sam~

- ¡Vale! - especto de repente, provocando que el criminal de un pequeño respingo en el asiento. - Ya tienes todo listo, sabes cual es tu parte, ahora, haz que esto funcione, ¿Vale?

Y, Rubén asintió, está vez, su seriedad se notaba, cuando arrugo su entrecejo.

El oficial también, dejaría de pensar en otras cosas y se consentraria.

Pero ambas personas, sentadas en ese auto, no querían aceptar que los dos iban a traicionar al otro, por que si pensaban en eso, se arrepentirian.

...

Vale, vale, mintió al decir que se consentraria, Rubén no dejaba de pensar en la pequeña escena que se montaron en el coche.

Aún caminando hacia donde estaba su amigo de años, no podía dejar de pensar en los suaves y directos que podían ser los labios del oficial, pero... ¿Lo volverían hacer? ¿Será que el oficial comparte esos sentimientos tan extraños con el? ¿Y si~

- ¡Calvo! Hasta que te dejas ver, joputa. - llama, el criminal sale de su pequeño trance, y dedica su atención a la personas a metros de el.

- Ehh, ¿A quién llamas joputa? - responde, mientras caminaba hasta su amigo, el sentimiento de culpa crecía. - El gran Auron no contestaba los mensajes, ¿Tan ocupado estabas?

- Pues los oficiales de los cojones, no me dejaban de perseguir el culo, ya sabes. - comenta, y cuando estaban a pocos centímetros, juntan sus manos, dando un pequeño apretón. - Pero ya estamos, he vuelto al juego.

- Y más tóxico que nunca, eh. - acusa, con una de sus manos señala la mercancía a las espladas de su amigo. - ¿Cómo pudiste conseguir tanta de esa mierda? - el contrario se alza de hombros.

- He tenido tanto tiempo libre. - responde, pero antes de decir cualquier otra cosa, voltea para todas las direcciones. - ¿Hm? - llama la atención del criminal, que termina por suspira, porque entendió lo que el otro quería preguntar.

- Ah... Willy y Fargan no van a venir, esos gilipollas no quieren ensuciarse las manos. - su tono iba disminuyendo, mientras metía su mano en los bolsillos de su sudadera.

- Siguen utilizándote como conejito de indias, ¿No? - cuestiona, pero ya sabía la respuesta, y entonces. - Sin embargo, eso no era lo quería preguntar - el criminal ladea la cabeza, confundido. - ¿No te está siguiendo un oficial?

...

¿Qué? ¿Cómo...? ¿Cómo tan rápido?

- Eh, ¿De qué vas, subnormal?

- ¿Que si alguno de los oficiales esos tomó tu caso? - pregunta, el criminal desinflo todo su miedo en su pecho y pudo respirar con tranquilidad. - Si es así, cuidado alguno te siguió, debes estar precavido, te lo digo.

- ¿Acaso no me conoces? Nadie se me puede escapar, - habla, el tono de su voz es demasiado orgulloso. - Nadie me seguiría, y si lo hacen, ya lo sabría y te lo diría. - y ahí va de nuevo, el sentimiento de culpa en su pecho.

- Ya... tienes razón, tengo que confiar más en el calvo de mi amigo.

- Ci ci. - y sonríe, una sonrisa que no expresa más que arrepentimiento, pero aunque el criminal quisiera detener todo esto, ya era demasiado tarde. - ¿Puedes enseñarme la mercancía?

- Hombre, pues claro. Esperame unos segundos. - y volteó, sólo para ir al auto, y poder entregar el pedido, sin más... o eso imagino el pelinegro.

De pronto, en un segundo a otro, Auron volteó, y visualizo una arma en su cara, y otros oficiales armados acercándose por los lados, el pelinegro buscó a su 'amigo', pero, no estaba por ningún lado, pero entonces Auron tuvo un vago recuerdo de que Rubén solía ser bueno para escapar y hacer lo más conveniente para el.

Ah... Que iluso fue.

- Somos la policía, exponga cualquier arma que posea y tirela al suelo, si trata de escapar dispararemos, ¿Entendido? - ordena, apartando el arma del rostro contrario, una sonrisa dibujaba su rostro, el ojimorado, lo esperaba, pero igual estuvo feliz de que todo resultará.

Pero entonces el buscado acató sus órdenes, y se dejó esposar sin ningún esfuerzo, sin embargo - ¡Tú gilipollas, acabarás pudriendote por meterte con el enemigo! ¡¿Me escuchas?! ¡Rub~

- Si si, cualquier palabra que digas te inculpara después, mejor guarda silencio. - comenta el ojimorado, empujando al contrario hacia el auto, también ignoro los susurros de los oficiales principiantes y sólo cerró la puerta del coche, para ordenar que arranque.

- Encargado, el jefe lo solicita en el teléfono. - avisa uno de los oficiales, y le extiende el móvil al contrario, quien asiente, con extrañeza, pero aún así decidió contestar la llamada.

Igualmente todo había salido bien, ¿No? No había de que preocuparse.

The criminal - Rubegetta AUWhere stories live. Discover now