tercera parte

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Samuel no estaba listo para aquel caso, claro que no, era de locos.

Bueno... eso creía. No era un buen momento para perder la confianza en sí mismo, y tampoco tenía pensado hacerlo.

Colocó bien su chaqueta mientras se dirigía a pasos rápidos a su auto, iba a lograrlo, iba a ser lo que estuviera en sus manos para encontrar al ladrón... al menos eso esperaba.

Antes de tomar su auto y poder analizar mejor el caso, un fuerte sonido se logro escuchar en un callejón y volteó, extendiendo su mano hacia su arma, dispuesto asustar a lo que fuera que haya hecho el sonido.

Se adentró al estrecho lugar, revisando cada área. - Es la policía, salga de donde este, no le haré daño si colabora - aclara, lo suficientemente adentró del callejón, para que cualquiera lo escuché.

Entonces Samuel vuelve a guardar el arma, ya que no se volvió a escuchar nada, pero instantes después la volvió a sacar, al escuchar una voz a sus espaldas.

- Jamás me han gustado los oficiales, ¿Sabes? - explica una voz a espaldas del azabache, quien todavía no voltea. - Pero usted se ve muy majo - aclara, riendo entre dientes.

Samuel voltea entonces, con su arma en mano, apuntando hacia la cabeza del chico. Frunce el ceño, al ver a la silueta frente de el.

Era unos centímetros más alto que el, llevaba una máscara, ocultando su rostro, pero podía notarse sus cabellos blancos sobresalientes,  el oficial garraspea, mientras que el menor se acercaba a paso lento.

- Doy miedo: ¿A qué si? - termina diciendo el peliblanco, deteniendo sus pasos. El mayor se endereza y apunta con más confianza. - Tranquilo oficial... - murmura. - No muerdo.

- Contra la pared, ahora. - ordena el azabache, con voz severa y entonces el menor ríe.

- Vaya... de cero a cien, eh - afirma, sonriendo con burla, Samuel hace una mueca de asco y antes de que inmute alguna palabra, el menor hablar. - Que verguenza que sea oficial y no sepa; Que es saludar amigablemente - regaña.

El azabache enarca una ceja, ahora sin inmutar una palabra.

- Bueno, - dice. - me presento. Me conocen como; El Bromas, pero en tu caso me puedes llamar... "El amor de tu vida" - explica, haciendo una reverencia.

El azabache quiso saltar de alegría ahí mismo; Encontró al criminal sin si quiera mover un put~ un dedo.

Pero el contrario ya estaba ahogando una risa, y Samuel fruncio el ceño.

Entonces todo paso muy rápido; El peliblanco ahora estaba contra la pared, y Samuel amenzandole con el arma. - Quedas arrestado, a los cargos de robos y sospechas de traficar. - finaliza.

- De cerca se te ve más guapo - responde con sencillez, el mayor no pudo estar más confundido que en esos momentos.

Iba a llamar a refuerzos para la captura de; "El Bromas" pero un golpe en falso lo detuvo. La Radio ahora se encontraba tirada en el suelo, y el peliblanco con la misma sonrisa burlona.

Suspira cansado, extendiendo su mano hacia la radio, la toma y lo guarda en los bolsillos de su chaqueta. - Voltea - ordena, con severidad.

- No quiero

- ¿Qué? - cuestiona, cruzandose de brazos. - ¿Qué has dicho?

- No quiero - insiste, entonces el mayor vuelve a sacar la arma del cinturón.

- Voltea o disparo... - murmura, el peliblanco niega con la cabeza, mientras ríe.

- Si quisieras dispararme... - Dice, acercándose a pasos cautelosos. - La pistola no tendría seguro - finaliza.

Y Samuel abre sus ojos como platos, cuando el peliblanco le arrebata el arma y escapa en solo segundos del callejón.

- Joder...

The criminal - Rubegetta AUWhere stories live. Discover now