Prólogo

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Primavera de 2012

Tiempo de almuerzo

Adolescentes con pilas de libros y material de estudios era lo único que se presenciaba junto con los nervios palpables en el comedor de aquella escuela. Cada uno concentrado en lo suyo, en un estado de concentración tan firme que ninguno se daba cuenta de por dónde caminaba. A cada instante uno pisoteaba al otro sin intención o chocaban con las máquinas de comida. A simple vista, todos se esforzaban por terminar el año con buenas notas. Pero la mayoría se esforzaba tanto porque estaba emocionada por terminar el último año de 'tortura' sin importar con cuales calificaciones lo hicieran, ignorando completamente el hecho de que después de unas vacaciones les tocaba regresar a lo mismo, pero con una intensidad mucho más elevada que los impulsaría a las oportunidades de sus vidas. Dentro del primer grupo, se encontraba Amira, una chica socialmente invisible ante los ojos de sus compañeros, pero ante los ojos de sus superiores, era una estrella. La chica era brillante, pero por lastima no todos lo percibían.

Siempre estaba en una esquina leyendo algo y absorbiendo conocimiento como una esponja a cada segundo. Impresionaba la cantidad de cosas que aprendía y en el tiempo que lo hacía.

Yacía en una banca cerca de las máquinas de comida chatarra sumergida en el mundo de la cosmología con una concentración inquebrantable, pero ese adjetivo perdía todo el sentido cuando se trataba de una persona. Ese era Michael: afro y espinillas necias. El chico era delgado y alto, pero lo que más le atraía a Amira eran sus ojos que ocultaban tanta tristeza y esa sonrisa inundándola con solo felicidad. Pensaba que su sonrisa era la más bonita que había visto en todo el mundo y que probablemente, mantendría ese pensamiento hasta que yaciera en su tumba. Y justo como para el resto, Amira era invisible ante sus ojos.

Amira se perdió ante la figura que pasó a un lado suyo con tres libros en la mano. La única persona que lograba causar ese efecto en ella, y todos lo sabían. Lo notaban, menos él. Él no tenía idea de que alguien anhelaba recibir por lo menos una mirada vacía por parte de sus ocelos cafés.

Michael caminó hasta alcanzar una bandeja y tomó la cantidad de alimentos que le pareciera necesaria para continuar con sus estudios. De repente su estómago le había advertido de que necesitaba comida, obligando al moreno a buscar lo que le pedía. Cuando terminó, fue hacia la mesa en la que estaba sentado con la soledad como acompañante, pero encontró a tres personas sentadas allí. Con un bufido, volteó y escaneó el lugar con la mirada, sin encontrar una sola mesa vacía en la que pudiera estudiar en paz. Sabía que se iba a retractar si lo pensaba dos veces, por eso caminó con velocidad desmedida hacia la mesa de una chica que estaba sentada completamente sola en una mesa, con al menos diez libros a su alrededor. Su cabellera castaña actuaba como una cortina que no le permitía ver su rostro, pero eso no detuvo su intención de acercarse a ella y hablar.

-Hola-saludó y la chica levantó su rostro velozmente, casi asustada-, me preguntaba si podía sentarme aquí. Me han robado mi mesa-Recibió una mirada verde que reflejaba inseguridad y nervios-. No te preocupes, no sabrás que estoy aquí, lo prometo.

-Está bien, supongo. -Le respondió elevando las comisuras de sus labios mostrando una media sonrisa. Pensó reconocerla como una compañera de aula con la que nunca entabló una conversación.

-Gracias, ojalá algún día pueda devolverte el favor. -Le sonrió encantadoramente y Amira sintió sus piernas flojas por un momento. Él tomó asiento frente a la chica y abrió los tres libros con los que cargaba.

A pesar de la promesa que había hecho, sin saberlo, no la estaba cumpliendo. Y no era por culpa suya, pero Amira no podía concentrarse, se perdía entre las palabras y repetía la lectura de cada párrafo para tratar de comprender lo que leía, pero de nada le servían sus intentos desesperados por retomar su estudio.

All of Me © [MJ]Where stories live. Discover now