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El reloj de la cocina marcaba las 10:30 de la noche.
El turno de su madre en el hospital ya había terminado, si los cálculos de Jimin no fallaban, posiblemente llegaría muy pronto, a menos que hubiese pedido horas extra. Sin embargo, Jimin no debía confiarse, ella podía llegar en cualquier momento, así que estaba apurado limpiando la cocina y acomodando lo que compró nuevamente en la alacena.

Si, ahí se había llevado parte de sus ahorros.

Tallaba el piso con fuerza como si su vida dependiese de ello, acción que detuvo, cuando escuchó como la puerta principal de la casa era abierta y de ella provenían dos voces, dos personas cuyas pisadas causaban que la madera del piso crujiera.
Él, sin ningún problema podía reconocer una de esas voces, pues era de su mamá, pero ¿Quién era la otra persona?

Con el ceño fruncido y el trapo en manos, se acercó dudoso llevándose una enorme sorpresa.

—¡Hijo!—exclamo algo desconcertada al verlo frente a ella—Creí que ya estarías durmiendo.

Sin embargo, el chico no respondió. Su mirada estaba completamente puesta sobre él desconocido.

—¿Vas a explicarme qué ocurre aquí?—preguntó con cierto tono serio, es que prácticamente una alarma dentro suyo se había activado.

—Cariño, él es el señor Lee SeoJoon, lo invité a cenar esta noche—explico, aún así, la explicación para el joven no era suficiente.

—Hola, Jimin, ¿Cierto?—hablo por fin el extraño—Tú madre me ha hablado mucho de ti. Sólo cosas buenas, nada de que preocuparse.

El chico se quedó completamente en silencio.
No podía creer que su madre había traído un hombre a la casa, y peor aún, que le hubiese hablado de él. ¿Por qué le había hablado de él a un completo ignoto?

—De camino compramos comida china, vayamos al comedor y cenemos con tranquilidad—interrumpió su mamá reemplazando aquel espantoso silencio en el que se habían visto envueltos.

—No tengo hambre, gracias—espetó Jimin con brusquedad botando el paño sucio al suelo y caminó con pasos fuertes dispuesto a subir hasta su habitación.

—Park—le llamo tomándolo de la muñeca para impedir aquella acción—Por favor, sólo por hoy, compórtate.

Era cierto que el joven tenía un carácter desagradable cuando estaba con su mamá, pero eso no significaba que no le podían sus palabras, al final de cuentas, ella nunca dejaría de ser su madre. La persona que le dio la vida. Por eso...

—Y...¿Qué tal la escuela, Jimin?—preguntó llevando un pedazo de carne a su boca.

No se atrevía ni a levantar la mirada del plato, sólo jugaba con la comida mientras, extrañamente, un enojo recorría todo su delgado cuerpo haciendo que su entrecejo se mantuviera fruncido.

—Bien, supongo—respondió de mala gana apenas tocando la comida.

—Tú madre me dijo que tocas el piano...

Oh oh.
Mala idea señor Lee. Muy mala idea.

—No—respondió serio—Ya no.

—¿Por qué? Si me permites preguntar—le respondió aún sonriente.

Lo único que el rubio quería, era golpearlo y desvanecerle esa sonrisita que comenzaba a parecerle irritante. Estaba más que claro que quería ganarse a Jimin. Pero..¿Por qué?

—¿Quiere saber porque?—levantó la mirada encarándolo—Porqué mi papá esta muerto—respondió con tranquilidad tomando algo desprevenido al contrario haciendo que esté casi se atragantara.

🟢 Hello, my Alíen.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant