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Aquel sobre de papel entraba y salía, entraba y salía, una y otra y otra vez de aquel casillero.
Jimin mordía inquietó e indeciso su labio inferior.

Es cierto que en muchas ocasiones aquel rubio era muy, muy atrevido, le importaba poco lo que las personas pensasen o dijeran de él, a veces actuaba como un loco y ese temperamento que tenía podía dar una impresión de ser grosero, pero, ¿Qué se podía hacer? Así era él.

Pero también es verdad que todos esos distintos comportamientos se disipaban cuando de alguien en específico se trataba, y ese alguien era: "Park Seul Gi".
A diferencia de todo lo anteriormente mencionado, cuándo se encontraba con ella no podía evitar sentirse nervioso y de cierto modo sumiso ante su presencia, ni con su madre actuaba de esa manera.

—¿Qué demonios estás esperando? Sólo mete el sobre y ya—le reclamo su amigo al lado algo ya desesperado.

—¡Me preparo mentalmente! ¿Puedes tenerme más paciencia por favor?—se quejó él rubio.

—Pero miren quien está aquí, ¿Te equivocaste de casillero?—exclamo una voz irritante ante los oídos del chico acercándose a ellos.

—¡No tengo tiempo que perder contigo, Kai!—le respondió Jimin rodando los ojos fastidiado aún cuestionándose si debía depositar su sobre o no.

—Aún no puedo jugar, gracias a la lesión que tú torpe amigo me causó—se quejó el chico mirándolos de mala gana.

—Creí escucharte decir que solo había sido una contractura, eso ya no es mi problema, y Hobi no es ningún torpe—soltó enojado dejando escapar por error aquel sobre—¡No!—exclamó tomando su cabeza nervioso—¡Lo dejé caer! ¡¿Ya viste lo que tú presencia causó!?

Le exclamó a Kai proporcionándole un golpe en su pecho, ganándose una mirada asesina.

—Muy bien, así se hace—le felicito el castaño sonriéndole y brindándole palmaditas en su espalda.

—Por cierto, ¿Dónde está tu amigo ese? El pelirrojo—continúo Kai evaluando cada acción realizada.

—Eso a ti no te incumbe—le contestó indiferente—Ahora si nos disculpas, tenemos que ir a clase y alimentar nuestro cerebro, no nos gustaría terminar como tú.

—¡Maldito mocoso malcriado!—espeto enojado por tan mal trato—Las vas a pagar muy caro, ya verás.

—¡Maldito mocoso malcriado!—espeto enojado por tan mal trato—Las vas a pagar muy caro, ya verás

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—¿Cuánto más debemos esperar?—preguntó el castaño dejando caer su cabeza en la puerta.

Los dos chicos llevaban  recargados en los cubículos del baño, en espera de que Hobi saliera, habían sido los diez minutos más largos de su vida, sin contar todo el tiempo que tardaron en que Park se decidiera a depositar el sobre.

—¿Qué le ocurre?—cuestionó ya cansado.

—Ni yo lo sé, ha estado actuando raro desde ayer—respondió Park tratando de notarse tranquilo.

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