눈물 ; 𝘃𝗶𝗶𝗶

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ーEntonces, con respecto a esa chica

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ーEntonces, con respecto a esa chica... 

ーAún no ha vuelto a entrar a la escuela. ー Contestó de inmediato. No estaba mintiendo, Soojin ya no iba a la escuela a verla. 

Yontararak continuaba evadiéndola, pero la había encontrado algunas veces mirándola con algo de lo que ella distinguía como lástima. Después de ese aire de libertad, la caída había sido un golpe muy fuerte para su frágil existencia. 

Su abuelo posiblemente lo había notado, ni ella misma lo había visto hasta que Miyeon le mencionó lo distraída que se veía desde el incidente en el pórtico de la escuela. No quería complicarse más la cabeza, darle un nombre era igual a ser consciente de lo que estaba ocurriendo. 

Ahí entendió a aquellas que decían que las ignorantes eran más felices. 

Tomó su maletín y fue a la escuela. 

Un beso no significaba que iba a cambiar su vida; ir a clases, prestar atención y trabajar en el consejo seguía siendo su rutina del diario. El problema fue cuando parecía volver a hacerlo todo mecánicamente, como si lo único que quisiera fuera salir de ahí lo más rápido posible. No estaba Hoetaek para atormentarla, ya no tenía que huir de la escuela antes de que no hubiese nadie. 

La realidad puede no ser tan cruel en algunos casos. 

La gente miraba a aquella chica como si estuviera loca. Algunas podían reconocerla, era extraño ver a una chica de tan corta edad corriendo como si se le fuera la vida en ello. Más aún porque no era desconocida para muchas.

"¿No es la nieta del señor Yeh?" 

"¿Se le ha hecho tarde?" 

"Tal vez le ha pasado algo al viejo" 

Poco le importaba lo que estuvieran diciendo de ella. 

Porque si bien, no era una enfermedad, la estaba carcomiendo la necesidad de llegar a aquel sitio. Por una vez en su vida agradeció a su abuelo por dejarla regresar sola a casa. 

Aquel lugar seguía siendo tan desolado como siempre; ella lo miró y pensó que era un sitio muy agradable. 

Estaba sorprendida. Más que eso. Parecía una persona completamente distinta. 

Soojin dejó de jugar con su celular cuando vio a la chica con el cabello alborotado de tanto correr. 

ーHey, ¿Pasó algo? 

Y en un parpadeo la menor se estaba aferrando a su cuerpo. 

La rubia enredó sus dedos en su cabello mientras admiraba lo cariñosa que podía llegar a ser la taiwanesa. Eran destellos de cariño que la hacían sonreír, a veces tomaba sus manos sin esperarlo o recargaba su cabeza en su hombro por el cansancio. 

Cosa realmente rara para esa chica catalogada como sin sentimientos. 

ーTambién te extrañé. ー Dijo al adivinar sus pensamientos. 

Miró una última vez a su celular y sonrió al notar que había corrido para llegar antes de la hora a la que normalmente se encontraban. 

Ahora era todo raro el estar juntas. 

No debían estarlo. 

Su abuelo posiblemente la mandaría a una escuela de monjas si se enteraba o quizá la desheredaría. Pero para ese momento no le importaba mucho eso. Ambas habían estado de acuerdo, no debió ocurrir. Pero lo hizo. Y ahora era imposible negar ese algo que había entre ellas. 

"Tienes razón" 

Su rostro cayó cuando la escuchó estando de acuerdo, esperaba verla dolida o incluso que llorara. Pero nada la preparó para que la abrazara y le diera la instrucción de llegar al mismo sitio cada día después de la escuela. 

El primer día sólo estuvieron ahí conversando. No había dicho "lo siento" por la forma en que la trató. Pero la disculpa estaba escondida tras un largo monólogo en donde le decía que no había querido tratarla de esa forma. 

No protestó cuando sus dedos se entrelazaron sin un permiso previo. Tampoco cuando demandaba más cariño, como una necesidad. A veces la abrazaba apenas se veían, otras comenzaba a robarle besos en medio de una conversación. 

Estaba mal. 

Pero en un instante se preguntó algo que jamás había cuestionado. ¿Por qué estaba mal? 

¿Por qué algo que a ella le hacía sentir completa debía de ser malo? 

Y comenzó a desprenderse de su corazón gélido que había sido formado por una dura educación. Ahora se sentaba con ella en el borde de ese puente. 

La gente seguía ignorando aquel sitio y pensó que no era tan malo sentirse como si estuviera sola. Aunque no podía estarlo del todo, porque ahora una chica llamativa sostenía su mano mientras contaba historias sobre sus travesuras. 

ー¿Shuhua? 

Era lo más obvio. Sintió un escalofrío al reconocer la voz masculina que sonó más sorprendida que molesta. 

Un hecho podría sumarse a su lista de malas experiencias.

Un hecho podría sumarse a su lista de malas experiencias

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𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐫𝐢𝐝𝐠𝐞 𝐨𝐟 𝑡𝑒𝑎𝑟𝑠 ; ysh & ssjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora