눈물 ; 𝗶𝗶𝗶

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Shuhua sonrió con cuidado lo delicado de una hoja de papel

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Shuhua sonrió con cuidado lo delicado de una hoja de papel. Con tanta facilidad pudo romper aquellos sobres que se cuestionó cómo logro tenerlos intactos durante tanto tiempo. 

Era la última, pero por alguna razón el abrirla se sentía tan difícil como la primera. Sintió un leve toque en su hombro. Soojin estaba recostada sobre ella y admiraba sus manos a punto de abrir el sobre. 

Mirándola a ella se dió tiempo para ver el centenar de cartas rasgadas y fotos en el piso. Algunas postales, algunas imágenes de su padre en distintos lugares. Era una vista de ese hombre que nunca habría imaginado. Había postales de Japón, China e incluso de países de occidente. La presencia de stickers de osos no podía faltar. Era imposible para ella abrirlas cuando aún le tenía un odio inexplicable. 

Soojin llevaba tiempo con una foto entre sus dedos. No sabía exactamente de dónde la había conseguido su padre, pero tampoco sabía que había una imagen de ella sonriendo. 

"Te veías tan adorable" 

Había dicho cuando abrieron ese sobre. 

Incluso olvidó el momento en donde Soojin pasó a entrelazar sus dedos con los de ella. Tenían un verdadero desorden en esa habitación. Montones de sobres rotos y hojas esparcidas por todos lados. En ninguna había palabras de odio o rencor. Se habría ahorrado bastante si las hubiera abierto desde la primera entrega. 

Un último sobre. 

Sólo hasta la última palabra escrita por aquella persona, pudo notar que cada carta y postal tenía al menos un "te extraño" o un "espero que estés bien"

Ni soltó lágrimas en ningún momento, pero fue divertido ver a la chica rebelde limpiándose el recorrido por sus mejillas con su chamarra. Shuhua sonrió de lado. 

─¿Por qué lloras? La que debería estar llorando debería ser yo. 

Soojin se veía tan frágil y a la vez tierna con sus ojos hinchados y la nariz roja.  ─Eso que estas arreglando las cosas con él y es un poco lindo... Y algo emocionante... 

Parecía que las palabras no querían salir y quedaban selladas en su garganta. 

Al fin sentía eso a lo que la gente llamaba 

"Quitarse un peso de encima" 

No había más cartas atormentandola e inesperadamente... No había rencor contra su padre. 

Miró a Soojin largo rato mientras hacía los típicos ruidos con su nariz por el llanto. 

Quizá Soojin y su padre se parecían un poco. 

La imagino siendo adulta vistiendo un traje a diario y teniendo muchas responsabilidades. Viviendo detrás de una ventana mientras dejaba la libertad que tanto amaba pasar del otro lado del vidrio. 

Soojin no lo aguantaría. Tomaría sus cosas y se iría a perder varios días como la vez que desapareció tras ayudarla. 

─¿Tienes algún sueño? 

Pensó en voz alta. Era tarde para arrepentirse de indagar en su vida. Y sin duda, eso de mirar atrás y arrepentirse por algo ya no era mucho de su estilo. 

─Quizá seré una astronauta. ─ mencionó al limpiar por última vez su rostro y darse un par de palmadas en las mejillas. 

Le estaba tomando el pelo. 

─¿Estás loca? 

─Bien, quizá seré una vagabunda. Y viviré debajo de un puente. Tú pasarás todos los días y me darás de comer o un par de golosinas para verme sonreír. Claro, te quedas con la custodia de nuestro hijo, porque no va a vivir en el puente conmigo. 

─No voy a mantenerte. 

Hablar con ella era inútil. 

Shuhua dejó de pensar en eso. Pero seguía atormentandola algo nuevo. Ella era muy parecida a su padre. Ahora la idea no se iba de ella. 

─¿Crees que algún día dejaremos de pasar tiempo juntas? 

Soojin tomó la pregunta con seriedad. Recostó su cabeza en el hombro de la azabache. Siempre evadiendo sus interrogantes y manteniendo su historia en un perfil bajo. 

Eran de mundos distintos. No de forma literal. Pero ambas eran demasiado repelentes la una con la otra que era impresionante la serie de sucesos que las llevaron a embonar. Soojin amaba ser libre, dejar que el tiempo le mostrara cuál era la mejor opción y actuar impulsivamente. Shuhua no podía ni imaginarse una noche sin preparar su uniforme y su maletín antes de irse a dormir. Todo estaba programado en su vida, incluso sabía que trabajo tendría, como gestoría y si era posible, su abuelo ya tendría planeado con quién se casaría. 

Shuhua no tenía ni idea. Pero Soojin ya conocía el final de la historia justo antes de que Shuhua la conociera. 

─Creo que las cosas siempre deben cambiar. No podemos quedarnos así por siempre. 

Shuhua ignoró su respuesta. Porque atormentarse con algo como eso no estaba entre sus planes ese día. Ambas estaban bien acomodadas al lado de la cama. Aún había un gran desorden que no se iría solo de su cuarto por arte de magia. Una chica al lado recostada sobre su hombro. 

Y tras mucho pensar, cerró los ojos y se quedó dormida mientras trataba de juntar sus manos en silencio. 

Soojin por su parte fingió estar dormida hasta que la respiración de su compañera le hizo notar su falta de consciencia. Miró por largo rato a esa chica. No había planeado que sus juegos y caminos alternos la llevaran a ese punto. Aquella vez lo había imaginado por un momento. 

Era hermosa. No era un gran secreto. Y se imaginó ayudándola y devolviéndole la sonrisa, aunque no pudiera ver ese cambio por el resto de su vida. 

No podían continuar de esa forma. Y ella más que nadie lo sabía. 

Es gracioso como los pequeños detalles pueden cambiar la perspectiva. Si Shuhua no estuviera dormida y pudiera fingir igual de bien que Soojin, podría ver que la chica sonriente y llena de alegría que siempre la acompañaba no existía. 

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𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐫𝐢𝐝𝐠𝐞 𝐨𝐟 𝑡𝑒𝑎𝑟𝑠 ; ysh & ssjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora