En el que algo extraño sucede

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Sam



Me sonreí como estúpida. Literal. Ni siquiera me di cuenta de que mamá se paró a mi lado y cuando lo hice, cerré la tapa de la caja. Mi madre me observó con un gesto de incredulidad.

—¿No vas a compartir?

—Lo siento... es entrega especial —susurré, tomé la caja y salí de la cocina con una enorme sonrisa. Entré a mi habitación y me dispuse a comer la pizza más especial de mi existencia.




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A la mañana siguiente bajé rápidamente las escaleras, me despedí de mi madre y de mi padre, abrí la puerta y me dispuse a esperar a que Adam llegara por mí. Me regañé mentalmente porque ya me estaba acostumbrado a eso...

¨La costumbre es el opio de las sociedades¨

Recordé que solía decir mi profesora de historia de la preparatoria. La única clase que me gustaba junto con física. Adam ya estaba frente a mi casa; estaba de pie apoyado contra la puerta del auto y miraba su celular. En cuanto se percató de mi presencia guardó el teléfono en la bolsa frontal de su pantalón y me sonrió.

—Gracias... por lo de ayer —dije rápidamente.

La verdad era que había querido mandarle mensaje o llamarle para agradecerle, pero había estado ridículamente nerviosa, por lo que había decidido esperar al día siguiente. Su sonrisa se amplió y yo sentí que me quedaba sin aire.

—Fue un placer. Creí que no te había gustado la sorpresa —dijo con sorna mientras me abría la puerta y yo entré al auto.

—Me gustó mucho solo... quería decirlo en persona.

—Me alegra escucharlo —susurró y cerró la puerta. Justo estaba por rodear el auto cuando rápidamente vi a mi prima caminar hacia él. Fruncí el ceño y primero creí que deseaba ir con nosotros al campus, pero cuando lo alejó del auto con un gesto molesto y comenzó a mover las manos rápidamente, yo fruncí el ceño sin comprender nada. 

Un juego peligrosoWhere stories live. Discover now