En el que me llevo una sorpresa

1.2K 114 136
                                    


Los que estaban a nuestro alrededor soltaron exclamaciones sorprendidas, pero él ni siquiera se inmutó.

—¿Por qué no?

—Porque no me agradas —dije sin dejar de mirarlo fijamente.

Algo extraño sucedió. Entre todas las burlas y las risas de sus amigos, Adam me observó impertérrito y en ningún momento despegó sus ojos de los míos. No supe por qué, pero me pareció como si me retara. Me mantuve digna y firme, y después de unos segundos uno de los amigos de Adam rompió el silencio entre nosotros.

—Te han dado calabazas, amigo —rio—. Ella se lo pierde. Mejor aléjate o te disparará de nuevo.

Ante las palabras de Don, su mejor amigo, todos rieron y él, al final, suspiró y dejó salir una sonrisa muy diferente a todas las que le había visto.

—Lamento mucho no ser de tu agrado, pero el juego tiene reglas. —Ante mi gesto de sorpresa genuina, él agregó—: Lo sabes, ¿no? Si no permites que te bese, entonces deberás aceptar un castigo.

Maldición, eso te ganas por nunca haber jugado a la botella. Imbécil.

—N- no lo sa- sabía.

Y dale con el tartamudeo.

—Pues así es —dijo él y se alzó de hombros como si hubiese puesto sus mejores cartas sobre la mesa—. Debes aceptar un beso o un castigo. ¿Por cuál te decantarás? —quiso saber interesado.

Jugué con mis dedos nerviosamente detrás de mi espalda y parpadeé confundida y aterrada. ¿Un castigo? Sería terrible para como iban las cosas.

Acepta el beso y no te hagas pelotas, imbécil.

Pero yo tenía dignidad a pesar de que mi subconsciente me gritara lo contrario. Aspiré una bocanada de aire y llené mis pulmones antes de decirlo.

—Entonces castígame —le confirmé.

No me di cuenta de lo sugerente que había sonado mi frase hasta que todos comenzaron a reír entre dientes y a lanzar exclamaciones de bulla. Me sonrojé estúpidamente y él alzó las cejas aún más sorprendido.

—¿Aceptarás cualquier castigo? —preguntó confundido y a la vez divertido por las mofas de todos los presentes.

—Lo aceptaré —aseguré.

—Bien —finalizó él como cualquier cosa.

Se acercó y sin que yo pudiera evitarlo, se inclinó hasta mi rostro, ladeó solo un poco la cabeza y posó sus labios sobre mi oreja. Mi cuerpo tembló de inmediato al sentir su piel cálida contra la mía. Maldije por no poder controlar mis emociones, y él susurró:

—Quiero... —dijo lentamente. Miré al suelo porque creí que me encontraría allí derretida. Boqueé como pez fuera del agua para intentar decirle que se alejara, pero nada salió por mis labios—, un helado de chocolate.

Al principio creí que esa era algún tipo de insinuación sexual que los chicos hacían, pero cuando él se alejó y me miró a los ojos, supe que hablaba en serio, por lo que mi expresión, en un inicio sorprendida, se volvió en una por completo extrañada. Ante mi mutismo, todos rieron.

—¿Qué castigo fue? —preguntó Don—, tuvo que haber sido algo muy sucio para que se lo dijeras en secreto —comentó con una sonrisa expectante, pero Adam ni siquiera se volvió a verlo y dijo con tono grave:

—Es entre ella y yo. ¿No es cierto? —me preguntó y yo asentí como una estúpida.

—Bueno... —comenzó Candace con un ligero carraspeo y actitud molesta—. Si ya terminaron con el espectáculo, déjenla ir y continuemos nosotros.

Adam asintió y me señaló la puerta como para indicarme que me retirara. Salí de mi deslumbramiento, me giré, sujeté mi bolso, lo coloqué en mi hombro y me encaminé hacia la puerta; sin embargo, antes siquiera de poder sujetar el picaporte, escuché su voz otra vez.

—Hay algo más —comentó rápido y yo lo miré por sobre el hombro con gesto molesto.

—¿Qué? —quise saber con una ceja alzada. Él se acercó de nuevo, colocó la mano sobre el picaporte, lo giró, me abrió la puerta y se inclinó para decir de nuevo algo cerca de mi oído.

—Lo quiero creativamente, Samantha.

Mis ojos se abrieron desmedidamente y mis pupilas se dilataron de inmediato al escucharlo. Él, rápido como un lince, colocó su mano encima de mi espalda baja y me obligó a salir de la habitación para luego cerrar la puerta tras de mí.

¿Pero qué mierda fue todo eso? 







Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora