En el que me topo con pared

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Adam


Sam asintió, se giró y salió por la puerta sin esperarme. En cuanto la alcancé, ella ya estaba en la cocina; recogía sus instrumentos y los metía en la enorme bolsa.

—Déjalos aquí. No hay necesidad de que los lleves y los traigas, si volverás mañana —dije y me apoyé en el marco de la puerta. Ella asintió y comenzó a lavar. Me acerqué con paso lento y observé todos los objetos de cocina que ella había usado—. ¿Qué es esto? —pregunté al ver una máquina muy similar a las que se usaban para hacer palomitas.

—Es una heladora —comentó ella sin girarse—. Sirve para hacer helados —explicó con un tonito condescendiente y yo sonreí.

—Imagino —susurré y me acerqué a su lado, luego tomé impulso, me senté sobre el mueble a un lado del fregadero en donde ella estaba y sujeté un trapo limpio y seco para después alzar la mano hacia ella con la intención de ayudarla a secar lo que lavaba. Sam asintió y me fue pasando las cosas.

—Tu familia es agradable —dijo con lentitud como si no estuviese segura de hacerlo.

—Tengo mucha suerte, ciertamente. ¿La tuya no lo es?

—Lo es. Mis padres son los mejores —dijo rápidamente, pero yo alcancé a ver que su mirada se tornaba opaca, como si alguien le hubiese arrebatado el brillo.

—¿Cuál es tu sabor de helado preferido? —quise saber para cambiar de tema y ella me observó como si estuviera loco—. Sabes que el mío es el de chocolate... lo correcto es que yo sepa el tuyo.

—Adivina —dijo ella con tranquilidad.

—¿Es un sabor común?

—No —susurró mi interlocutora con una sonrisa pequeña.

—Fresa y vainilla descartados entonces —dije y me pasé la mano por el cabello cuando ella tardó un poco más en pasarme el utensilio para que yo lo secara—. ¿Tiene algo que ver con tu color favorito? —me arriesgué a preguntar y ella rio un poco.

—¿Para qué quieres saber?, ¿no es como si tuvieses una idea de cuál es mi...

—Rojo —contesté rápidamente.

Se le resbaló el cuenco de entre los dedos llenos de jabón y éste chocó contra la superficie del fregadero. Con la respiración entrecortada volvió a mirarme tan sorprendida, que me hizo sonreír. Tenía que decirle algo o realmente comenzaría a creer que era un acosador. Me bajé del mueble, la obligué con mi cuerpo a hacerse a un lado y continué enjuagando el cuenco.

—Sé lo que piensas y no puedes estar más lejos de la realidad —dije divertido y ella parpadeó en señal de confusión.

—Discúlpame, pero... si no eres un acosador, ¿cuál es la razón por la que sabes tanto acerca de mí cuando ni siquiera me has dirigido la palabra desde que te conozco? —comentó con un tono lleno de obviedad—. ¿Te gusto?

Qué agallas de chica. Increíble. 



N/A: Este capítulo no estaba planeado para hoy, pero como no podré subir capítulo sorpresa el miércoles, me apuré para adelantar uno más, espero les guste. Nos vemos!!!

Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora