Uno.

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Tsukishima Kei había estado muriendo desde que nació, y estaba 100% bien con ello.

No era como si pudiera hacer algo para cambiarlo. Los doctores ya lo intentaron, estuvieron intentando por 18 años. Finalmente, terminaron pensando igual que Tsukishima y renunciaron a su vida. De todos modos, él estaba más contento esperando que su vida terminara mientras miraba televisión que teniendo que ser revisado y examinado todo el tiempo.

No era como si se estuviera perdiendo mucho. De todos modos, su vida había transcurrido sin incidentes. Pasó toda su vida yendo y viniendo del hospital a su casa. Su madre había muerto, su hermano tuvo que mudarse de la universidad (después de que Tsukishima prácticamente le rogara para que deje de arruinar su vida solo porque su hermano estaba enfermo) y no tenía ningún amigo. No había interactuado con ninguna persona de su edad desde que tenía 5 años. Había sido una vida solitaria, claro está, pero no puedes hacer nada mejor que no tener apegos si te estás muriendo.

Entonces, aunque Tsukishima Kei no estaba exactamente ansioso por morir, no vio cual era el gran problema. De todas maneras, se había estado preparando para ello toda su vida. ¿Cuál era el punto?


Yamaguchi Tadashi odiaba los hospitales.

Desde que era un niño, estuvo ahí todo el tiempo. Ni siquiera se enfermaba demasiado. Beneficios de tener una madre en cuidado de la salud, suponía. Pero su madre trabajaba allí y pasaba la mayor parte del tiempo después de la escuela esperando a que terminara su turno. Hacía la tarea o charlaba con miembros del personal. Incluso trataba de ayudar un poco, tan solo Dios sabía lo muy sobreexplotados que estaban siendo. Aunque de todas maneras, los odiaba. Olían estériles, como antiséptico y Windex. Por lo general, era lúgubre y triste, con personas que entraban y salían con algún tipo de lesión o enfermedad. Todos tenían un aura de muerte a sus alrededores, y eso molestaba muchísimo a Yamaguchi. El único lugar en el que realmente se quedaba, era el área de la oficina de su madre. Usualmente se sentaba en una de las esquinas y dibujaba hasta que era hora de irse.

Una vez ya crecido, tuvo permitido el volver hasta su casa caminando solo y quedarse allí esperándola. Pero hoy, su casa estaba siendo fumigada y no tenía las llaves de la casa de la amiga de la madre (que era donde se estaba quedando.) Se suponía que iba a ser una parada rápida, solo tomar las llaves e irse. Pero esa vez, su oficina estaba ocupada. Estaban teniendo una reunión o lo que sea. Ella tuvo que parar a Yamaguchi incluso antes de que pudiera entrar.

"¿Pero adónde se supone que debo ir entonces?" preguntó.

"No lo sé, cariño. Solo-" suspiró y pasó una mano por su cabello. "-encuentra una habitación vacía o algo por el estilo. Tenemos algunas en la segunda ala."

Cerró la puerta, dejando a Yamaguchi solo, en el medio del pasillo, con su mochila, libreta y sin un lugar donde ir.

Si había una parte de los hospitales que Yamaguchi más odiaba, eran las habitaciones. Eran la parte más fría del lugar, tan solo una cama plana, equipo médico, y alguien pasando dolor. Odiaba estar cerca de ellas. Caminó por el pasillo y miró fijamente las amenazantes puertas, estaba muy asustado para abrir alguna de ellas.

Una de ellas se encontraba entreabierta. Yamaguchi frunció el ceño y se acercó hacia la misma para cerrarla cuando miró un poco por dentro.

Esta habitación era... sorprendentemente agradable.

La cama estaba deshecha, con algunas hojas de matemática esparcidas alrededor. Al lado, había una mesa con una taza, una lámpara de dinosaurio (Yamaguchi carcajeó por eso) y una laptop abierta con algún programa de televisión. Un par de auriculares estaba tirado sobre la mesa, conectado a un pequeño iPod. La música sonaba suavemente desde los mismos. Por curiosidad, Yamaguchi se adentró en la habitación y presionó los auriculares a sus oídos.

promise me | tskym.Where stories live. Discover now