Quince.

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Yamaguchi se despertó frío.

Se levantó exaltado, buscando a Tsukishima por sus alrededores. Él no estaba ahí. Alguien lo había levantado de la cama de Tsukishima; estaba en su habitación. Chequeó la hora y vio que el reloj marcaba las 2:23 de la mañana. Yamaguchi agarró su bolso y su abrigo y salió disparado de la casa.

Casi sacó la puerta del hospital de sus bisagras y corrió hasta la puerta de la habitación de Tsukishima ignorando a los doctores que le decían que no estaba permitido. Intentó abrir la puerta, pero no se abría. Recurrió a golpear con fuerza la puerta, gritando a todo pulmón el nombre de Tsukishima, mas nadie abrió la puerta. No se movió de ahí hasta que fue apartado a la fuerza y llevado a una oficina.

"Tadashi, por favor. Estás asustando a los pacientes." El doctor acomodó sus lentes con desdén. Esa pequeña acción le recordó demasiado a Tsukishima.

"¿Dónde está? ¿Se supone que debe estar allí? ¿Lo movieron de habitación o...?" La voz de Yamaguchi se apagó y pasó sus dedos por sus manos. El doctor suspiró y señaló una silla.

"Siéntate, Tadashi. Estás entrando en pánico." Sacó la silla para que Yamaguchi se sentara, pero él no hizo caso.

"¿Dónde está?" Demandó.

El doctor puso una mano en el hombro de Yamaguchi como si estuviera intentando consolarlo, excepto que Yamaguchi no necesitaba ser consolado. Tsukishima estaba bien. ¿Por qué necesitaría ser consolado si Tsukishima estaba perfectamente bien? Sacó la mano del doctor de su hombro.

El doctor se alejó de Yamaguchi, como si una bomba nuclear estuviese a nada de explotar. "Tsukishima falleció hace un par de horas. Tuvimos que moverte para sacar el cuerpo de la habitación. Tu madre te llevó a casa," dijo con total sinceridad. "No quería despertarte y que inmediatamente lo vieras porque sabía que algo así podía pasar."

No.

Yamaguchi no podía sentir sus piernas. Una sensación extraña fue la que lo hizo tropezar hacia atrás sobre la silla que le habían sacado. Tampoco podía sentir sus brazos, o cualquier parte de él. Era como si su alma hubiese dejado su cuerpo intentando buscar el alma de Tsukishima para traerla de nuevo.

"No," finalmente murmuró. "No, él no está muerto. No lo está."

El doctor asintió como si fuese algo de todos los días para él. "Estás en shock. Sé que ustedes dos eran cercanos." Yamaguchi se burló de ese comentario. "Te dejaré aquí para que reúnas tus pensamientos. Llamaré a tu madre para que pase a buscarte."

Yamaguchi negó con la cabeza. "Por favor no la llames. Puedo volver por mi cuenta. Solo quiero estar solo."

El doctor asintió con la cabeza una vez más y cerró la puerta detrás de Yamaguchi, dejándolo solo en esa lúgubre habitación.

Así que, eso era todo. Tsukishima estaba muerto.

Yamaguchi hundió su cabeza entre sus brazos y dejó que sus sollozos resonaran por todo el hospital. Que lo escuchen llorar; nadie merecía ser feliz ese día. No cuando su Tsukishima se había ido.


Yamaguchi no salió de su casa hasta que fue el funeral.

Sabía que Tsukishima lo encontraría patético. Probablemente habría puesto los ojos en blanco y habría dicho algo como, "¿Estás desperdiciando tu vida por mi? Patético." Yamaguchi no podía encontrar en su corazón que le importara.

No había abierto su libreta desde que Tsukishima murió. Había considerado quemarlo, pero sabía que no era capaz de hacerlo. No podía deshacerse de la última cosa que tenía de Tsukishima.

Yamaguchi se quedó atrás durante la mayor parte del funeral. Se quedó con la cabeza gacha escuchando como otras personas que, probablemente ni siquiera conocían tan bien a Tsukishima, hablaban de la hermosa persona que era. Yamaguchi quería reírse. ¿Siquiera conocían a Tsukki?

Estaba a punto de irse cuando una mano lo tomó por la muñeca. Se dio la vuelta y sintió sus rodillas flaquear.

El hombre bajó su muñeca de inmediato y se frotó la nuca un tanto avergonzado. "Hey, ¿Soy Tsukishima Akiteru?" La oración salió como una pregunta, como si ni él mismo pudiera creerlo. "El hermano de Kei. ¿Podemos hablar?"

Yamaguchi parpadeó. Podía ver el parecido familiar. Ambos eran anormalmente altos y rubios, pero las similitudes terminaban ahí. Akiteru se veía como alguien más educado, una versión más amable de Tsukishima. Estaba enfermo y retorcido a su manera.

Yamaguchi asintió y Akiteru lo llevó a una parte del jardín más tranquila. Se sentaron, ambos sintiéndose extremadamente incómodos.

"Entonces, ¿Tu eres Yamaguchi?" Preguntó.

Yamaguchi no supo como contestar, así que optó por asentir. "Y tu eres su hermano."

Akiteru examinó a Yamaguchi, quien se sintió con ganas de acurrucarse en una bola para evitar el escrutinio. "Hablaba mucho de ti. Eres tal y como dijo."

"¿Se supone que es un cumplido?"

Akiteru dejó escapar una risa. "Oh, definitivamente. A él realmente... realmente le gustabas, Yamaguchi."

Yamaguchi no pudo mirar a Akiteru a los ojos. En vez de eso, se quedó observando fijamente las flores. Se estaban marchitando, y Yamaguchi no pudo evitar pensar que era apropiado. "A mi también me gustaba," Dijo tranquilamente.

Se quedaron un rato más rodeados de un silencio incómodo. Yamaguchi estuvo a nada de excusarse, cuando Akiteru habló. "Terminó la canción."

Yamaguchi quedó boquiabierto. "¿Él qué?"

"La canción que escribió para ti. La terminó hace un par de semanas. ¿Alguna vez la tocó para ti?"

Yamaguchi rio amargamente y negó con la cabeza. "Nunca me dijo que la había terminado. Debe haber estado muy débil para tocarla."

Yamaguchi odiaba la mirada de lástima en el rostro de Akiteru.

"Tengo las notas. ¿Te gustaría que la toque para ti?"

Yamaguchi rápidamente negó con la cabeza. "Por favor, no lo hagas." Se levantó de su lugar, mirando una vez más a Akiteru antes de irse.

"No sería lo mismo."

promise me | tskym.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora