Fabio

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[Capítulo 10]


{Abby}

Permití que su boca se adueñara de la mía demostrándome que los años en él no llegaron sin la experiencia.

El beso era dominante en toda la extensión de la palabra, sus labios reclamaban los míos hasta que decidí tomarlo del cuello y morder con fuerza el inferior y luego lamerlo para quitar el ardor por la fiereza empleada. Si íbamos a demostrar por medio de eso quién tenía dominio sobre el otro, se me daba de maravilla cambiar de rol en un abrir y cerrar de ojos, por lo que tomándolo desprevenido metí mi lengua y acaricié la suya, la cual no tardó en seguir el ritmo hasta chocar sus dientes con los míos por la ferocidad del momento.

Se alejó de mí cortándome sin aviso, relamiéndose los labios y chasqueó la lengua al contemplar mi rostro.

—Soy un Amo muy exigente con la persona que comparto una sesión —advirtió y sentí lo excitado que estaba.

Moví mis caderas haciendo que mi coño se rozara a su erección y sonreí al ver la atención que le puso a mi entrepierna cuando el vestido se subió más y mis bragas sobresalieron.

—Pruébeme —lo reté con doble sentido y sonrió.

Esa vez no fue frío y distante, en ese instante fue oscuro y malvado.

—Ven conmigodijo y se puso de pie aún conmigo encima. Me elevó tanto que comprobé lo alto que era y al bajarme rozó su erección en mi entrepierna, lo que me hizo reír traviesa.

Me tomó de la mano para salir del privado y la sala y dirigirnos por el corredor, lejos de las demás habitaciones. Emocionada por la noche que me esperaba quise saltar mientras caminábamos, pero me contuve y celebré en mi interior mirando su espalda fornida que se tensaba al caminar y me imaginé pasando mi lengua por ella y arañándola. Su paso era decidido, apretando mi mano, guiándome hasta llegar a una puerta que nos dio paso a unas pequeñas escaleras hacia abajo y me condujo hasta el único acceso que teníamos.

Abrió con una tarjeta e ingresamos con rapidez y de un momento a otro me vi empotrada sobre la madera, con Fabio tomándome el cuello y cerrando la habitación detrás de mí.

—Tuviste tu primera falta arriba, Abigail —murmuró cerca de mi boca y ejerció más presión.

«Y las que faltan», pensé sonriendo de lado.

—Lo común es que a la tercera haya un correctivo y con esa sonrisa socarrona has cometido tu segunda falta, así que te queda una más para llegar al castigo —anunció con severidad.

Disfruté cuando vi sus ojos y el negro que envolvía su celeste-verdoso natural, demostrando la oscuridad que habitaba en él, por lo cual me tomé el atrevimiento de levantar una pierna y apoyarla en su cintura, la afianzó recorriendo con sus dedos mi muslo.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora