De rodillas

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[Capítulo 50]

Abby

Iba nerviosa cuando nos encaminamos del salón hacia esa habitación, pero tras liberarme con Andrea y que él me diera esa señal de aceptación, mis fuerzas volvieron como un huracán de la categoría más alta y peligrosa, y me sentí capaz de destruir todo a mi paso (si se interponía en lo que uno de los amores de mi vida quería conseguir) cuando me aferré con seguridad a su mano.

Y en cuanto atravesamos el umbral de aquella puerta y vimos al hombre que solicitó la reunión, observándonos con un tinte oscuro en sus ojos y una sonrisa que, por muy bonita que fuera, sabía lo que significaba, confirmé que debía hacer mi papel a la perfección para alcanzar nuestro objetivo y ponérselo en bandeja plata a Andrea, puesto que era consciente de que por mi propuesta, estaría más atento a mí.

El guardaespaldas que nos acompañaba cerró la puerta una vez que terminamos de ingresar y se quedó apoyado en ella, con el rostro imperturbable, observando nuestros movimientos. Algo que me alertó, ya que eso nos confirmaba que no estábamos ante un enemigo estúpido sino todo lo contrario, y el apretón que Andrea dio en mi mano me indicó que él pensaba lo mismo.

Lo busqué con la mirada y le sonreí con picardía, un gesto con el que no solo buscaba provocarlo sino más bien tranquilizarlo.

La habitación estaba acondicionada con todos los elementos que necesitaba una mazmorra bedesemera y los cuales reconocí con facilidad, desde los muebles dispersos en todos los rincones, la repisa con látigos, cinturones y objetos para dar y conseguir el mayor placer. Noté una puerta adicional a mi derecha que imaginé que era el baño y un espejo enorme que cubría toda una pared donde, aprovechándome de mi vanidad de mujer sensual y provocadora, miré mi espalda y me satisfizo comprobar que a pesar del polvo que me provocaron mis dos adorados tormentos, seguía luciendo fresca y ansiosa por más diversión.

Tras nuestro breve escrutinio nos paramos frente al tipo, quien ya se encontraba muy cómodo en una silla estilo chaise lounge, y nos miramos por un par de segundos. Él perdiéndose más de la cuenta en mis piernas, observándome con el deseo más crudo sin importarle mi acompañante. Y para mi sorpresa, en ese instante descubrí que ya no me provocaba placer que nadie que no fuera Michael o Andrea me devorara así con la mirada, sin embargo, fingí mi mejor rostro complacido y me eché el cabello hacia un solo lado de mis hombros.

—Es un halago que hayan aceptado mi humilde invitación —habló el tipo siendo educado, luego de que Andrea se aclarara la garganta y se irguiera en todo en su esplendor, dejando claro su pose dominante.

Se llevó la copa de champagne a los labios y yo sonreí con ironía, pues me pareció un chiste que usara la palabra humilde luego de ofrecerme una buena cantidad de dinero por tener el placer de una sesión con nosotros. Aunque evité soltar cualquier comentario listillo, notando a la vez que Andrea, tras dar un paso al frente y soltarme la mano, había decidido coger el control de la situación, diciéndome de esa manera el papel que quería que jugáramos.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora