Promesa de honor

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[Capítulo 26]

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[Capítulo 26]


{Abby}

Sentí que comencé a temblar del coraje y toda debilidad que pude haber sentido por el sexo desapareció, dejándome una furia que amenazaba con arrasar todo a mi paso. Odiaba a George Lupin y me repugnaba de formas inimaginables que se creyera el rey mundo y llegara a la fiesta sin ser invitado.

—¡Hijo de puta! —espeté con rabia y comencé a caminar.

Michael estuvo listo para tomarme de la cintura y me contuvo, hablando en mi oído de paso.

—No sé qué carajos pretendes hacer, pero deberás lograrlo sobre mi cadáver —reverberó inclemente, con el rostro vacuo.

Lo miré a los ojos demostrándole que no me intimidaba con ese tono, pero él me observó de la misma manera.

—No irá a ningún lado —aseguró Andrea y bailé la mirada entre uno y otro.

Ambos se mostraban solemnes y peligrosos, también muy cabreados. Sin embargo, ellos bien sabían que no me intimidaron.

—Se supone que esto no debía pasar —bufé hacia Andrea conteniendo la furia.

—Exacto, pero ese hijo de puta me está probando y de seguro ha venido a hacerse el indignado porque no lo invité —respondió—. Ese malnacido me está tocando demasiado los cojones —añadió entre dientes y miró a Dasher y Barbie—. Vas a irte ahora mismo con ellos, Abigail —ordenó al regresar la mirada hacia mí.

—¿Qué les dirás para que se vayan? —inquirió Michael a Andrea.

—Yo sé lo que les diré —avisé a ambos y Andrea asintió.

—Ordena a la gente de los Pride que cuiden la cochera privada para que no noten el coche de Abigail y vete de aquí con ella y ellos —pidió Andrea a Michael y señaló hacia atrás—, en la limusina blindada.

—Tienen dos minutos para llegar a la cochera privada —advirtió Michael y se fue.

Los tres nos habíamos salido de la habitación al pasillo y hablamos bajo para que no nos escucharan. Andrea me observó prometiéndome que resolvería ese percance y asentí, puesto que el enojo no me dejaba hablar. Y no iba a culparlo de nada, era consciente de que había cosas que se nos salían de las manos por muy planeado que tuviéramos todo y yo era la prueba de ello con mis padres, pues los puse en una situación delicada tras haberme enfrentado con ese viejo malnacido.

—Sería más fácil si pudiera seguir follando —admití entre dientes hacia Andrea cuando me tomó del cuello con suavidad y con los pulgares acarició mi barbilla. Sonrió y negó en respuesta.

Si mis energías hubiesen estado recargadas habría entrado a la habitación con mi mejor sonrisa para provocar a Dasher y Barbie y me los hubiera llevado a su apartamento para continuar la fiesta, pero esa noche di todo de mí y no quería saber de sexo hasta el siguiente día al menos.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora