Abigail (Orgullo Blanco 5) +21

Introducción

Sabía que esto pasaría, él no dejaría ir la oportunidad de enfrentarme y decirme todo lo que según su opinión era correcto. Pero se equivocó al creer que esta vez me quedaría callada, que solo lo observaría y lloraría por su palabras crueles. La niña que actuó de esa manera quedó atrás y era lo único que valoraría de mi pasado ya que, gracias a ella aprendí a ser quien era y ya era hora de que muchos lo comenzaran a ver.

Comenzando por él.

—Vamos a dejar algo claro —murmuré y rellené mi copa de vino. No era del mismo que daban en la fiesta, pero sí igual de bueno.

—¿Necesitas del alcohol para tomar valor? —inquirió y bufé cuando volví a tomar entre mi mano la copa llena.

Atacarme con palabras y la necesidad de intimidarme demostraba lo cagado que se sentía con mi presencia. Así que ignoré su pregunta regalándole una sonrisa pícara.

—Tu primer error fue creer que regresaría siendo esa niña que una vez te rogó —dije con desdén y él sonrió burlón.

Sabía lo que estaba pensando... el maldito error del Jeep.

—¿Qué? ¿Volviste siendo un patito que se convirtió en cisne? —Esa vez fue mi turno de sonreír con burla y negar.

—No, cariño. Siempre fui un cisne, la única diferencia es que conociste mi lado tímido. Ahora estás viendo el bueno y ruega por no conocer el malo —recomendé y levanté la copa mientras le guiñaba un ojo.

Se quedó quieto, procesando mis palabras y saboreando la verdad en ellas.

Yo en cambio saboreaba el vino en mis labios y la dicha de dejarlo callado.

Su pecho subía y bajaba con las respiraciones rápidas que tomaba, los labios perdieron un poco el rosado, tal cual lo hacían cada vez que estaba asustado o algo le enfurecía de una manera que no controlaba. Había cosas que no cambiaban después de todo y esa imagen suya amenazó con llevarme al pasado, mas pude mantener mi valor y fuerza.

—Sabes bien que odio las amenazas —espetó con voz ronca, oscura. No pude evitar caminar hacia él y detenerme ante unos pocos centímetros de distancia entre nuestros pechos.

Nuestra estatura siempre fue evidente a pesar de que no soy baja, aun así tenía que alzar la cabeza para verlo a los ojos; olía maravilloso y su cuerpo seguía desprendiendo la calidez que me atormentó durante noches seguidas al añorarlas más que un bebé con los arrullos de su madre. Me atreví a levantar la mano libre y solo con el dorso de los dedos medio y anular, recogí uno los mechones de cabello que había caído a su frente y lo llevé a su lugar.

—Y tú sabes bien que yo nunca amenazo —le recordé, dejando que mi aliento acariciara sus labios.

Mis dedos dejaron su cabello y sin alejarme ni un solo milímetro, permití que la uña larga de mi índice recorriera desde su frente hasta los labios, llevándolo a un nivel de caricia suave similar al toque de una pluma. Me mordí el labio inferior y sonreí con regocijo al ser consciente del efecto que estaba teniendo en él, pues estaba comprobando en su propia piel que inocente o perversa, borracho o sobrio, reaccionaba a mí.

Y esta vez sin proponérmelo tanto.

—Más temprano de lo que imaginas, me desearás como nunca en tu vida has deseado a nadie, pero solo cuando me ruegues podrás tenerme —dije bajito y dejé que mis labios acariciaran los suyos en el proceso. Luego hablé en su oído agradecida de que mis tacos me permitieran llegar sin ponerme de puntitas—. Y esto tampoco es una amenaza —aclaré con un susurro sensual que erizó su piel.

Si quería jugar al rey, le enseñaría antes a tratar a una reina.

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Estreno 8 de febrero de 2021

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