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VOLVEMOS AL MOTEL de mala muerte, donde se encuentra el cuarto Hargreeves y el francés.
—Tal vez no lo estas golpeando demasiado fuerte—reprochó Hazel comiendo una papita.
Cha-Cha, que se encontraba a su lado, giró a verlo mal—¿Yo?, tú eres el que tiene ese estúpido brazalete ortopédico.
—Ya te dije, es solo por precaución.
En esa misma habitación, Klaus, Richard y Ben se encontraban en un incómodo silencio—La abstinencia, empiezas a sentirla ¿no?, seguro, si no, ¿Quién es esa babushka muerta?—dijo Ben, tratando de aligerar el ambiente. Se encontraba frente al drogadicto y el francés, mientras observaba a la anciana fantasma, que veía tras la ventana y hablaba un idioma irreconocible.
—No lo sé, me esta volviendo loco, ¡La muy puta no se calla!—gritó Klaus.
—¡Maldita sea!—gritó Richard al unísono, las quejas de Klaus lo estaban comenzando a hartar cada vez más.
Hazel y Cha-Cha al ver el extraño comportamiento de ambos, los observaron de mala gana—¡Hey, cuiden sus bocas!—gritó Hazel—¡Y les dije que la vista al frente!
Klaus estaba cada vez más inquieto, eso de estar sobrio no era lo suyo, mientras que Richard se mantenía de la misma manera, no paraba de pensar en Bernadette y en la desesperación que ella debía estar sintiendo en estos momentos.
—Mantengan la calma—dijo Ben.
—¿Por qué hablas en plural?, él no te escucha.
—Si lo hace, lo sé, ¿Verdad Richard?—Ben alzó una de sus cejas, mientras veía fijamente al rubio.
Él no contestó y mantenía su mirada baja, lo que les dió una respuesta a ambos hermanos.