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RICHARD Y BERNADETTE acababan de llegar a la academia, e inmediatamente subieron a la habitación de Número Cuatro, pero, camino a esta, chocaron con Número Cinco.
—¿Haz visto a Klaus?—la voz de Richard llamó su atención.
—No—respondió fríamente y dirigió su mirada a la pelirroja—¿Podemos hablar?
La aludida estuvo a punto de contestar—Luego de encontrar a su hermano, anciano—respondió Richard por ella, y se la llevó con él, siendo seguidos por el azabache.
Los tres pubertos se detuvieron en la puerta de la habitación de Número Cuatro, percatándose de las pisadas sangrientas, que daban un recorrido del baño, hacia el marco de su habitación.
Los tres se adentraron con cautela, pero Bernadette corrió a los brazos de Klaus en el momento en que cruzaron miradas, acarició su espalda desnuda y él recibió gustoso el abrazo de su hermana, apoyando con delicadeza su mentón sobre su cabeza.
—¿Estás bien?—preguntó Cinco hacia el rizado.
—Hola, sí....tuve una larga noche—contestó Klaus con pesadez, aún abrazando fuertemente a Honey.
—Más de una por lo que parece....no recordaba las chapas—mencionó Número Cinco extrañado.
—Ah, eran de un amigo—aclaró Klaus, soltandose de Bernadette y poniéndose una camiseta.
—¿Y ese tatuaje nuevo?
—¿Por qué tantas preguntas?—cuestionó la pelirroja hacia el ojiverde.
