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RICHARD realmente no sabía cuánto tiempo llevaba ahí, parecía una eternidad, lo único que logró hacer fue sentarse al lado del cuerpo de la detective, esperando que llegara alguien.
De prontó, comenzó a oír acercarse pasos acelerados, tenía miedo que fuese Cha-Cha o Hazel así que se puso alerta, pero cuando vió quién era, no sabía que decir.
Diego giró al ver una habitación con la puerta abierta.
—¡Klaus!—llamó al entrar.
Y cuando lo hizo, vio lo peor que le había pasado en su vida, y el sentimiento de vacio, volvió una vez más, vio a Patch, vio a la mujer que amaba, tirada en medio de una habitación, rodeada de gran un charco de sangre y con Richard al lado.
Se quitó sus guantes y corrió hacia ella—No, no, no, Eudora—la sostuvo entre sus brazos mientras sollozaba, percatándose de la gran mancha de sangre en su pecho—NO, NO, NO—golpeó fuertemente el piso—Porque no me esperaste, estaba en camino...—los sollozos de Diego era lo único que se lograba percibir de esa habitación.
Richard se encontraba estático, tardó un poco en reaccionar, pero cuando lo logró, escuchó las sirenas de los policías.
—Llegaron—soltó Richard.
—Debemos irnos, no nos pueden ver aquí, vendrán por ella—habló Diego, secándose a duras penas sus lágrimas y levantándose del suelo.
Richard lo miró confundido—Pero no la puedes dejar sola, está muerta y alguien debe decirle a la policía lo que pasó.
—No te creerán, debemos irnos—Diego volvió agacharse a su lado, y le dio un beso en la frente a la morena—¿Tengo que irme si?, lo siento, no puedo estar aquí cuando vengan—le susurró y sin más se levantó, le extendió su mano a Richard, para que pudiese levantarse, pero este no la tomó.
