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RICHARD Y BERNADETTEse dirigieron a la habitación de Número Seis, para que Richard tomase algo para vestirse. Honey tomó unas cuantas prendas que le había reglado a su hermano hace tantos años atrás. Richard recibió las prendas gustoso, ya que eran muy similares a lo que él solía usar.
Luego de dejarlo para que se de una ducha, Bernadette se dirigía a su habitación, dando un suave recorrido con la vista pérdida en las paredes del que fue su hogar de niña, llegándole abruptamente la nostalgia, sintiendo un dolor en el pecho y una lagrima deslizarse por su suave rostro. Y todo empeoro al entrar a su habitación y que un olor leve a peonias llegara a sus fosas nasales, desde que tiene memoria, ese aroma era propio de su habitación.
Mientras más se adentraba en su aquel lugar, más recuerdos venían a su cabeza, observó cada rincón, todo seguía igual, el libro que leyó una noche antes de irse seguía en su mesa de noche, su cama algo destendida y la silla que estaba al lado, con su uniforme colgado en el respaldar.
Paso la yema de sus dedos sobre su tocador, ensuciándolos levemente de polvo, su maquillaje desordenado, unas cuantas partituras, y un par de de fotos enmarcadas se posaban sobre este.
En la primera foto, se podía observar a ella y Número Cinco cuando apenas cumplieron 12 años, fue su primera y última foto juntos; se encontraban en el patio de afuera, Honey lo apretujaba en un intento de abrazo y Cinco trataba de zafarse, sin embargo se podía notar una pequeña sonrisa en su rostro.
Al lado de esa, tenía una foto con Klaus y Ben, en la cual ambos la sostenían en sus brazos, mientras Bernadette reía, fue una de sus mejores navidades. Luego su vista se dirigió a su espejo, el reflejo de ella volviendo a tener 16 la abrumó un poco, y mas con las fotos que se posaban en este.
Vanya y ella a los 14, Siete tocaba su violín y Bernadette el piano, las pocas veces que Reginald la dejaba tocar con Vanya, eran suficiente para sentir algo de paz, los sonidos que ambas emitían de sus instrumentos eran dignos del cielo, muchas veces sus hermanos se escondían, simplemente para escuchar al par de castañas.
