Capítulo 08

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[PARTE II]

ADVERTENCIA: contenido sexual (explícito). No me hago cargo de bragas estropeadas, lees bajo tu propio riesgo.

—¡Tienes una enorme jodida piscina! — señaló sin poder creerlo, mientras yo lo observaba desde una distancia prudente. Me miró con una enorme sonrisa que me fue imposible no corresponderle. Me crucé de brazos llegando a su lado.

—A Nell le encantaba jugar al tiburón, me obligaba a perseguirla debajo del agua— sonreí ante tal recuerdo. 

El chico a mi lado no dijo más, se dedicó a observar el agua mientras soltó un profundo suspiro. Quise preguntarle qué pensaba, pero decidí perder mi vista entre la enorme luna llena que yacía en el cielo, rodeada de brillantes estrellas y unas cuantas nubes. 

Di un respingo cuando el brazo de Dylan rozó fugazmente el mío. Sin poder evitarlo, mis ojos se concentraron en su rostro, era hermoso. Alguien alguna vez dijo que la perfección no existía, pero estaba equivocado, la perfección sí existía, y estaba en lo imperfecto.

Dylan era perfección de lo imperfecto.

Era mi calma en medio del huracán.

—Deja de mirarme así— se quejó, posando su vista en mí.

—¿Y cómo es que te miro? — decidí preguntar.

—Como si yo fuese lo más bello en este mundo, y solo sé que estás malditamente equivocado, Lucas. No soy lo que necesitas, nunca seré para nadie lo que necesita. — suspiró, en sus ojos pude visualizar un destello de dolor—. Mi madre me dejó claro eso hace muchos años, cuando se fue de casa y me dejó a mi padre y a mí, solos y a la deriva. El mundo está lleno de mierda, rubio, y no hay escapatoria, te rodeará y… no habrá salida. 

—¿Le temes a la muerte?. —pregunté sin mirarlo.

— No. — respondió con simpleza— Siempre he creído que la muerte es oscuramente hermosa. 

Dicho lo último, se dio la vuelta y se encaminó a los adentros de la casa, ni siquiera lo miré. Mi cerebro procesaba sus palabras, nunca me había hablado de su pasado, nuestras conversaciones siempre se basaban en bromas, o en las carreras clandestinas en las que participaba. Pude notar que el tema de su madre era algo delicado para él.

Minutos después regresó con un pequeño tazón en sus manos. Noté que estaba más relajado cuando me sonrió de lado mientras se llevaba algo a la boca.

—¿Estás robando mis fresas? — pregunté tratando de sonar enojado, no lo logré.

—Tienes dinero hasta para abrir una empresa exportadora de ellas, así que te jodes— reí cuando abrió su boca, indignado.

Enarqué una ceja cuando me miró directamente a los ojos y sacó su lengua para darle una lenta lamida a la punta de una jugosa fresa. Sonreí de lado, sin poder evitarlo. Se acercó a mí y sin decir nada, me ofreció una, iba a tomarla con mi mano, pero me detuve cuando negó lentamente con la cabeza y la acercó hasta mis labios. Estaba por morderla cuando la alejó de mi boca, fruncí el ceño y él sonrió, divertido. Mis ojos se abrieron con sorpresa cuando la colocó entre sus dientes y se acercó a mí, de nuevo. Mi respiración se atascó en mi garganta cuando la suya golpeó suavemente la comisura de mis labios. 

Una D para Lucas Where stories live. Discover now