Capítulo 09

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Bien.

Estábamos en problemas.

En graves problemas.

¡Momento de entrar en pánico!

Abrí mis ojos de golpe cuando unos fuertes golpes azotaron la puerta de la habitación. Quise levantarme pero algo —literalmente— encima de mí, lo impidió. Giré mi rostro encontrándome con las dos piernas de Dylan encima de mis caderas y su mano enrollada en mi pecho. Tragué fuerte cuando fui consciente de cómo su respiración golpeaba suavemente mi mejilla. Sonreí sin poder evitarlo, el chico a mi lado dormía como un niño después de una gran descarga de energía.

Bueno... en realidad, sí había agotado toda su energía la noche anterior.

—¡Lucas Jackson, abre la maldita puerta en este mismo instante o la tiro a patadas!— gritó mi padre desde afuera.

Mierda.

—¡Dylan!— exclamé en voz baja.

—¿Mhum?— soltó un sonido nasal sin abrir los ojos.

Joder.

—¡Despierta!

—No, papá, no me... perforé el pene— quise reír por sus palabras, pero opté por rodar los ojos.

—¡LUCAS!— volvió a gritar mi padre, desde afuera de la habitación. 

En ese momento rezaba para que a Nell se le ocurriera cualquier estupidez y así poder despistar a nuestros padres.

—Vamos, chico de ojos grises, despierta— susurré dándole una suave palmada en la mejilla. Lo único que logré fue que sus piernas desnudas se enrollaran en las mías.

¡Ese chico en verdad tenía el sueño pesado!

Suspiré, resignado. No quería recurrir a la violencia, pero el pelinegro no iba a despertarse si no lo hacía. Apreté el puño, y cuando por fin logré librarme un poco de su agarre, le dejé ir un puñetazo en la mandíbula.

—¿¡Pero qué mhmm..!?.— no terminó la frase ya que mi mano en su boca se lo impidió.

—¡Lucas, ¿qué mierda esperas!?— esa vez había sido mi madre la que gritó. 

Al parecer los modales habían desaparecido de la santa boca de mi madre.

—¡Mis padres están al otro lado de la puerta, tienes que irte, ahora!— exclamé exasperado, colocándome los pantalones. 

Dylan frunció el ceño, sin entender muy bien todo lo que pasaba a nuestro alrededor, no fue hasta que los fuertes golpes en la puerta lo hizo reaccionar. De un salto, él ya estaba afuera de la cama.

—¿¡Y por dónde carajos piensas que voy a salir!?— preguntó, repitiendo mi acto. Cuando los dos ya estábamos vestidos, miré por todos lados buscando una salida para el chico pelinegro. Mis ojos se detuvieron de golpe, observando la ventana mientras mordía mi labio inferior. —¡Oh, no, ni de coña! ¡No voy a salir por la ventana, Jackson!— chilló, indignado. —Ahora mismo me siento como una amante siendo pillada por la esposa...

Reí en voz baja sin poder evitarlo. Debía de admitir que la situación era un poco graciosa.

—Pero eres la mejor amante que he tenido nunca— bromeé. Dylan abrió su boca, ofendido, para luego tomar una almohada entre sus manos y lanzarla a mi rostro.

—¿¡Lucas!?— gritó mamá. Rodé los ojos.

—¡Salgo en unos minutos, estoy vistiéndome!— grité fuerte para ser escuchado por ellos, supongo que sirvió ya que los gritos cesaron.

Una D para Lucas Where stories live. Discover now