Capítulo 19

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Mechones rebeldes caían ligeramente en su frente, cubriendo una pequeña parte de sus cejas oscuras, resaltando aún más el color grisáceo de sus ojos y quise gemir por la frustración que me provocaba no poder moverme para tocarlo. Sus labios estaban apretados mientras la aguja trazaba líneas negras en mi muslo derecho.

—Así que ese alguien en específico era yo, ¿eh? —pregunte, con una sonrisa arrogante en los labios.

—¡Oh, cállate! —rodó los ojos. No pude ignorar el leve sonrojo que se apoderó de sus mejillas.

Adorable.

Recordaba ese día en el local como si hubiese sido ayer… El día donde comenzó todo, aquel donde Dylan eligió probar el fuego sin importarle las quemaduras que este provocase.

Habían pasado unas cuantas semanas ya. Dylan y yo estábamos mejor que nunca. tuvimos momentos para nosotros sin interrupciones y obstáculos. No había vuelto a cruzar palabras con Gina, pese a que me estuvo insistiendo en el instituto y en mi casa para que habláramos. Habíamos quedado con los chicos de la pandilla unas cuantas veces, aunque el ambiente se había tornado un poco tenso debido a que la graduación se acercaba y todos tomaríamos caminos diferentes.

Hoy habíamos acordado reunirnos en casa de Lily para poder disfrutar de una rica parrillada, todos, como una familia. Por lo que estaba muy emocionado de poder pasar tiempo con ellos.

Pero a Dylan se le ocurrió la grandiosa idea de ir al local por unos papeles y… bueno, me entraron ganas de tatuarme. Entre besos y caricias, mientras mi culo estaba aprisionado contra el escritorio de Dylan, me susurró que tenía el diseño perfecto y exclusivo para mí.

—Ya casi está, cielo— susurró.

—Amo cuando me llamas de esa manera— jadeé, haciendo una mueca de dolor. 

—Eres como un cielo estrellado, con una luna muy brillante, Lucas. 

—¿Soy tu cielo?

—Eres mi jodido universo entero.

Mi corazón dejó de latir en ese preciso momento, mis ojos lo miraron con intensidad y me importó una mierda el dolor provocado por la aguja, me incliné hacia él, tomándolo por el cuello de su camisa, para poder estampar mi boca con la suya.

Podía acostumbrarme al sabor de sus labios sin ningún problema.

Una hora después ambos estábamos saliendo del local con una sonrisa en los labios, hablando de temas al azar. Nos subimos a las motocicletas y nos abrimos camino hacia la casa de la dulce pelirroja.

***

—¡Vuelves a darme un manotazo en el trasero y juro que te ahogo en la piscina, Tristán Abbot! —chilló un indignado Eloy, mientras frotaba su trasero con las manos.

Tristán sostenía su estómago mientras se reía a carcajadas.

Negué con la cabeza mientras dejaba las compras del supermercado en la isla de la cocina y veía bromear a los chicos en el patio trasero a través de la enorme puerta de vidrio. 

—¿A dónde fue Dylan? — preguntó Jud entrando en la cocina con una enorme sonrisa.

—Fue al baño— me encogí de hombros.

Dejé lo que estaba haciendo y me acerqué a la castaña para abrazarla y dejar un casto beso en su mejilla a modo de saludo. Judith y yo no éramos los mejores amigos del mundo, pero la verdad era que me agradaba muchísimo, y con el tiempo logró obtener un pedacito de mi corazón. 

Una D para Lucas Where stories live. Discover now