Capítulo 16

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COMENTEN MUCHÍSIMO EN ESTE CAPÍTULO PARA TRAER EL PRÓXIMO EXTRA PRONTO 🔥

GRACIAS por seguir leyendo y tenerme tanta paciencia, no los merezco ♥️

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—Cierra los ojos.

—Me duele.

—Joder, solo cierra los ojos. 

—¡Que no!

—¡Seré suave!

—¡No, no, y no!

—No tengo todo el día.

—Pues vete— gruñó.

—Eloy, tienes la puta muñeca torcida, déjame tratar de darte un pequeño masaje o vamos al hospital, tú decides— hablé mientras observaba como el rubio apretaba los labios con fuerza mientras daba vueltas en la cama, retorciéndose de dolor.

Levanté la mirada cuando la madre del rubio apareció por el umbral de la puerta, preocupada.

—¿¡En qué diablos estabas pensando Eloy Maximiliano!? — chilló, exaltada.

Apreté los labios para contener mi risotada.

—En nada, mamá.— respondió con suavidad, sentándose en la orilla de la cama.

—¿¡Te duele, quieres que te llevemos al médico para que te revisen!?— preguntó rápidamente.

—No, mamá, me dolió la muñeca por el impacto, pero ya estoy bien, estoy perfecto... ¡Ay, ay, mi muñeca, mi pobre muñequita! —gritó— ¿¡PERO A TI QUE COJONES TE PASA!?

Rugió con fuerza cuando, de pronto, me levanté de la silla donde me encontraba y apreté el lugar fracturado para demostrarle a su madre que estaba mintiendo.

—Definitivamente necesitas que te lleven al hospital— advertí—. Yo te llevaré en mi auto. Señora, no tiene de qué preocuparse, solo es una torcedura superficial. Nada grave.

—¡Yo no quiero ir al hospital!

Enarqué una ceja.

—¿Por qué no?

Estaba por responder, pero su madre se le adelantó:

—Porque le teme a las agujas.

Esta vez, no escondí ninguna carcajada. Eloy me puso mala cara.

—Levanta ese culo de Kardashian inexistente que te cargas y súbete al auto— ordené.

Después de una hora de discusión con Eloy, donde al final, prácticamente, lo llevé de las orejas hasta el vehículo, por fin íbamos en camino hacia el hospital. 

Seguro se estarán preguntando: ¿Por qué rayos Eloy lleva un brazo roto? 

Resulta que hoy en la mañana quedamos los dos en vernos en alguna cancha de fútbol muy cerca de nuestras casas. Éramos solo nosotros dos en esa enorme área cubierta por un delicado pasto, y todo iba de maravilla... hasta que empezó a llover. Al rubio tonto se le ocurrió la grandísima idea de jugar bajo la lluvia y, bueno, no fue como si me opusiera a su petición. Tanta fue su emoción al poder enganchar un gol que empezó a correr por toda el área como un loco y gritando como un histérico, que terminó cayéndose de culo, sobre su muñeca. Al principio me reí, muchísimo, pero al verlo tan serio, a punto de llorar, terminé corriendo en su dirección para ayudarle a levantarse.

Una D para Lucas Where stories live. Discover now