V. Retrouvailles

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Solía deambular en la oscuridad cuando las cosas no marchaban como deseaba. El frío no calaba en su piel y sus ojos capaces de mirar en las sombras guiaban sus pasos. Repasó mentalmente cada uno de los signos, de los síntomas buscando una solución a un problema que ya hacía rato estaba muerto.

Muerto. Aún no hallaba la cura para ese mal.

¿Porque todo lo que amo tiene que morir?

Ese pensamiento venía a él en momentos de muerte y soledad, siempre acompañado por una punzada en el pecho o un nudo en la garganta y luego la risa de una pequeña niña. Una lágrima escurrió por debajo de la máscara, si tan solo pudiera recordar el rostro o si quiera el nombre de la niña que, en ocasiones, entre risas lo llamaba papá.

Estiró una mano al cielo, intentando alcanzar una memoria perdida.

"Quiero verte otra vez" suplicó a la furtiva sombra del recuerdo.

El aire frío de la noche, arrastró el débil tintinear de un par de cascabeles.

El doctor bajó la mano y limpió la lágrima que se aferrada al filo de su rostro. Y discretamente se giró buscando el origen del sonido, no sería la primera vez que la gente malvada e ignorante, se escudaba en la oscuridad para atacarlo.

El cascabeleo resonó más cerca pero no logró localizar su origen. El doctor miró a su alrededor y continuó su marcha con sus sentidos bien alerta.

Dio vuelta en una esquina y apresuró el paso, ocasionalmente mirando hacia tras con la esperanza de perder al perseguidor. No podía verlo, pero estaba seguro que algo lo acechaba en la oscuridad.

Su piel se erizó cuando una ráfaga de viento helado le dio de pronto en la cara, trayendo consigo una siniestra presencia.

― ¡Al fin te encontré! ― escuchó el doctor y de la oscuridad, brotó la figura encapuchada de su acechador cerrando el paso, con los brazos abiertos expectante.

El doctor se detuvo en seco con la vista clavada en el encapuchado y las manos sujetando con fuerza el tirante del bolso colgando de su brazo izquierdo.

― ¡Oh, vamos! ¿Tan pronto me has olvidado? ― el hombre lentamente bajo los brazos y ladeó la cabeza mientras observaba al Doctor avanzar en la dirección contraria con pasos inseguros.

― ¡Oh ya veo! Aún me recuerdas― rio exageradamente y caminó lentamente tras el Doctor, tan cerca que podía escuchar sus pensamientos.

"Quiero verte otra vez."

De un tirón, soltó la llave que colgaba del cinturón, sus manos temblorosas impedían que la llave entrara en la cerradura.

"Quiero verte otra vez."

La puerta se cerró de golpe y perros comenzaron a aullar alrededor de la pequeña casa casi a orillas de la ciudad.

"Quiero verte otra vez."

El Doctor se había recargado contra la puerta y mientras torpemente buscó un frasco en la bolsa que colgaba de su hombro.

"Quiero verte otra vez."

Este pensamiento no era suyo.

"Quiero verte otra vez."

Encontró el frasco y lo acercó a su nariz, aspiró profundamente el olor de la lavanda y rápidamente comenzó su efecto.

"Quiero..."

Sus hombros se relajaron y la firmeza regreso a sus manos, sus pensamientos de nuevo tenían claridad.

Contigo Hasta El FinalOnde histórias criam vida. Descubra agora