XI. Dormiveglia 2.0

763 97 41
                                    

Dormir no es un hábito, ni siquiera una necesidad, pero dormir junto a Sylvain es un placer. Hipnotizado por el sube y baja de su pecho al respirar, se hunde en el mar de sus pensamientos, oscuro y silencioso en el que vaga a la deriva. En el cielo, igual de negro, solo hay una estrella que brilla pálida y lejana, pero no siempre estuvo allí. Es curioso –recuerda– la primera vez que la vio fue la primera vez que durmió junto a Sylvain. Fue extraño como una pequeña luz en la insondable oscuridad terminó cambiando su mundo por completo.

Entonces se hizo la luz, aún con un cadáver como su anfitrión se daba el lujo de percibir ciertos estímulos. La claridad del alba, el aroma y la tibieza de Sylvain impregnados en las sábanas.

Y de repente la sonrisa de su máscara cambio a una de dramática tristeza, cuando notó que solo el aroma y el calor de Sylvain era quien le acompañaba, pero él no estaba ahí y se levantó de golpe.

¿Acaso se había ido otra vez?

Un impulso violento lo hizo levantarse de la cama y el abundante fluido ácido quemó con fuerza los pechos desnudos de Adeline.

El atrevimiento

Con cada paso el dolor se iba transformando en ira y sus puños sangrantes lo reflejaban. Lo encontraría y lo retendría por la fuerza de ser necesario.

La traición.

Se detuvo en seco en el umbral de la puerta de la cocina y un dolor dónde debería estar su corazón atravesó hasta lo más profundo de su ser.

Ahí estaba.

Sentado a la mesa hojeando su viejo diario y preparando algún remedio.

Dyo sintió un gran alivio, sus hombros se relajaron y por un largo rato lo contempló trabajar en silencio.

—¿Pasa algo? —Sylvain rompió el silencio sin voltear a mirar a la muchacha desnuda con la que había pasado la noche. Solo la miró cuando creyó escuchar un ruido ahogado parecido a un sollozo y espero a que Dyo se decidiera a hablar, pero las palabras no salían de su boca, ni fluían por su mente.

Simplemente se abalanzó contra él y se sentó en sus piernas, le rodeo el cuello con sus brazos y se aferró a él sin decir ni una palabra.

Sylvain le dio unas palmadas y acarició su cabello, miró los muslos de la mujer, a pesar del tiempo que llevaba muerta aún estaban firmes y de buen color, no así sus hombros y sus brazos, que, ennegrecidos por las secreciones, dejaban entrever músculos y huesos. Cualquiera se hubiera asqueado al verle, pero el doctor había visto tantas cosas, que casi nada le sorprendía.

Aunque había algo que le llamaba la atención.

—¿Que te pasó? —le preguntó alejándose un poco de ella y tocando con suavidad la máscara, dónde se abría la cuarteadura. Al contacto Dyo se estremeció de dolor.

Esa reacción en particular, era lo que le había llamado la atención durante la noche, cuando apenas el toque de un beso, Dyo lo apartó.

—Es una vieja herida —dijo tratando de restarle importancia.

—Nunca me has hablado de eso.

—Es algo demasiado viejo, ya casi no lo recuerdo.

Sylvain miró como Dyo tocaba la cicatriz y parecía recordar algo: el fugaz recuerdo de su charla con el anciano de ningún lugar, esa fue la segunda vez que se quebró. La primera y aún más dolorosa, fue poco antes que el Rey Ahorcado ascendiera a su trono en la forma que tiene ahora. ¡Ah su querido rey! No lo había olvidado, la nostalgia lo invadió y la impotencia que sentía al ser incapaz de serle útil, se hizo presente.

El doctor contempló como la máscara parecía perdida en sus pensamientos, acarició su cabello y le habló con voz tenue.

—Estaba preparando esto —dijo mostrándole un cuenco de madera con una masa blanquecina, untó un poco de ella en sus dedos y haciendo círculos sobre la superficie de la máscara con suavidad fue rellenando las grietas.

Dyo se sobresaltó, aquello quemaba y no podía ocultar el dolor, pero lo soportaba con estoicismo, para no interrumpir el trabajo de Sylvain.

—Aprendí a hacer está porcelana en Alagadda —dijo mientras alisaba los bordes— contiene feldespato y caolín, como la porcelana común, polvo de huesos de cuervo y cuarzo de Tha'Ang ¿Así se pronuncia?

—Ajá —Dyo estaba embobado por Sylvain y respondió por inercia a la pregunta.

—Es un proceso muy sencillo, pero creo que servirá.

"Así que esto es lo que sienten los pacientes de Sylvain", pensó Dyo mientras sentía el alivió a su malestar.

—¿Y bien? ¿Te sientes mejor? — dijo el doctor mientras sujetaba su mano

Dyo hubiera deseado que siguiera procurando ese cuidado, pero al sentir, con su mano libre, no solo la grieta, el dolor también se había ido.

Como agradecimiento, la máscara besó al doctor, en la frente, los ojos, las mejillas y luego de un último beso largo y profundo en los labios, se alejó de él.

—Creo que necesitaré un nuevo anfitrión para esta noche —dijo con tono pícaro, esperando una protesta o negativa, pero Sylvain asintió con naturalidad.

—¿Alguna preferencia en particular? —Dyo sabía que estaba tentando a su suerte, pero quería asegurarse que el doctor aceptaría su necesidad constante de un nuevo cuerpo, a costa de la vida de una persona.

—Lo que tu elijas —le respondió, su mirada un tanto vaga lo delataba, pero al menos intentaría aceptarlo.

—¿Quieres dar o recibir? —se arriesgó un poco más, solo por molestar.

—Vete antes de que me arrepienta, solo ponte algo de ropa —le dijo Sylvain mirándolo fijamente y haciendo énfasis en que no llevaba nada puesto.

—Está bien —respondió Dyo dirigiéndose a la habitación —Vi a un tipo alto y fornido el otro día, espero que no te molesten los hombres peludos.

Dyo rio mientras se vestía y Sylvain solo se frotó las sienes, quizá en algún punto se arrepentiría de esta decisión.

†††

Observó a la mujer alejarse caminando alegre por la vereda que llevaba a la villa más cercana y en cuanto la perdió de vista volvió a su mesa de trabajo.

Revisó su diario de trabajo, leyó de nuevo unas líneas y continuó con su tarea, un nuevo modelo de su antigua máscara de cuervo.

††††

Notas:

Cómo siempre no se que estoy haciendo. Solo hay como dos cosas que se que quiero escribir a parte del final. Y en este he fallado una miserablemente.

Ya casi llegamos a la época de la Fundación. Espero no morir en el intento.

Y tengo una pregunta ¿Quisieran ver algo adaptado del relato de "Cocido, revuelto y frito"? Porque hice algo pero me da cringe...

MUCHAS GRACIAS POR LEER Y COMENTAR Y TODO ESO!!!

Contigo Hasta El FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora