XXII. Souvenir: A letter of despair

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CW: Contiene temas que pueden afectar a personas sensibles.

Morir es dormir... y tal vez soñar.

Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos.

Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga.

William Shakespeare, "Hamlet"

De pronto se sintió ligero como un pluma, como si estuviera flotando en la inmensidad de la nada, como si el peso que cargaba en su alma se hubiera disipado en el mar de sabanas negras en las que su cuerpo fatigado reposaba.

Miró las marcas en sus muñecas y se sonrojó, con la mente despejada de la influencia del alcohol y del Lord Negro se avergonzó de todo que había dejado hacerle a su cuerpo y, sin embargo, no se arrepentía, al contrario, deseaba aferrarse a la espalda de aquel ente y jamás separarse de él.

"Que tonterías" pensó "estos pensamientos, no son míos, este sentimiento es obra suya."

―Eres muy perspicaz, mi querido Sylvain.

Al escuchar la voz tras él, el doctor se incorporó dejando al descubierto el torso desnudo y lleno de pequeños moretones que marcaban un camino por todo su abdomen. Y ahí, sentado a la orilla de la cama estaba el Lord Negro y junto a él, resaltando en la negrura de las sabanas, la máscara de porcelana. Pero fue otra cosa lo que llamó su atención.

― ¿Cómo sabes mi nombre?

―Se mucho mas de ti de lo que te puedes imaginar ―se giró levemente, apenas para mirar de reojo al doctor, el exquisito perfil griego, la mirada triste de ojos amarillos y gruesas lágrimas negras brotando de ellos.

"Este hombre..."

Nunca había visto su rostro, pero todo en él traía fragmentos de recuerdos dispersos a su mente, el actor en Paris, la mujer en Bohemia, tantos otros de los que nunca supo sus nombres y aunque Dyo resonaba con fuerza en su cabeza, fue otro el que escapó de su boca.

―Melankholia ―dijo apenas en susurro.

―Me alegra que aun recuerdes mí nombre, querido Sylvain ―Una sonrisa triste se dibujó en sus labios.

― ¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos? ―preguntó Sylvain, sintiendo la desesperación crecer en su pecho, atisbando en su mente lo ultimo que vivamente podía recordar con claridad. Un cuarto oscuro, la máscara de porcelana en una caja de cristal.

― ¿Esto es... tu mente? ¿Tu mundo? ―Sylvain miró alrededor, la perfecta recreación de los aposentos del Lord Negro en Alagadda, el momento particularmente familiar. Ahora era consciente de el lugar en donde estaba, porque había llegado hasta aquí.

―Lo que queda de el― el Lord Negro levantó una mano y todo se desvaneció en la oscuridad, quedando tan solo él frente a Sylvain envuelto aun en un manto negro. Sobre ellos una pequeña estrella brillando débilmente.

Sylvain presentía que algo andaba mal y con pasos cautelosos se acercó al Lord Negro. No, Melankholia. Acarició una mejilla con sus manos y recibió un beso en la palma.

Melankholia por primera vez a la luz de la estrella del alma de Sylvain, por primera vez abandonó todas las máscaras, su semblante triste de ojos amarillos, aun siendo un mero fragmento de lo que era, se sintió desnudo y frágil, como nunca.

―Esto es todo Sylvain, me hubiera encantado preservar este momento para siempre, pero solo soy el eco de una memoria y mi única misión es entregarte esto.

Contigo Hasta El FinalWhere stories live. Discover now