XIX. τρέλα

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"A nosotros nos gusta llamarlo SCP-035."

Silencio, mucho silencio, un doloroso silencio.

Las palabras del científico resonaron con fuerza en la mente de 049 y su mirada se posó en Eckhart. Había malicia en su media sonrisa y sus ojos claros analizaban con atención cualquier movimiento de médico de la plaga.

"Eso no significa nada" pensó 049 y mantuvo la compostura retando al investigador frente a él. Si eso que tenía realmente se trataba de Dyo, ya lo descubriría, pero en este momento no se permitiría revelar más información.

―No sé de qué me está hablando doctor Eckhart. Siempre he trabajado en solitario.

La sonrisa del investigador se desvaneció por un momento y arqueó una ceja, era evidente que no creía en sus palabras y su sonrió ampliamente.

― ¡Oh 049! Esto solo es un pequeño retraso en la agenda―le dijo mientras se ponía de pie y sacaba del bolsillo de su bata un paquete de guantes quirúrgico. 049 vio como Eckhart se los colocaba lentamente por encima de las mangas de su bata.

―Tal vez solo necesito ser más persuasivo ―con sus manos enguantadas el investigador tocó la máscara de cuervo sin temor al fatal contacto con el ente y miró los ojos de 049 a través de las cuencas de cerámica.

―Podría arrancarte la verdad. Despellejarte si es necesario ―dijo con sadismo, el médico de la plaga se quedó quieto, sintiendo leves tirones en la máscara y aun con sus manos libres y el rostro de Eckhart tan cerca por primera vez en su estancia en la fundación, 049 se sintió realmente amenazado.

―Pero no lo haré ―soltó el rostro de porcelana con brusquedad y de entre sus notas sacó una hoja de papel que deslizó sobre la mesa.

―Eso es todo lo que necesitas saber ―Eckhart dibujó una sonrisa en su rostro y sin más salió de la celda de contención.

049 permaneció en silencio, inmóvil, la curiosidad le carcomía, pero debía disimular, obviamente tras el cristal alguien le estaría vigilando, tras unos minutos, discretamente hecho un vistazo a la hoja sobre la mesa.

Un simple rectángulo, una imagen al centro de la hoja, en ella, dentro de una caja de cristal, la máscara de porcelana descansaba, como si se tratara de una obra de arte en un museo.

El doctor, sintió dolor a la altura del estómago y decidió recostarse y abrazándose a sí mismo, se rindió al sueño.

++++

El tiempo dentro de la celda de contención pasa de forma casi imperceptible. Sabe que es de noche porque la iluminación es más tenue y aunque dormir es innecesario, se ha vuelto un hábito cada vez más regular. Al principio tomaba siestas de unos minutos y eso era suficiente para recuperar energía, ahora duerme por horas y lo percibe como días.

Desde que despertó, sus pensamientos más allá de Dyo, giran en torno a Eckhart. Le parece un hombre extraño con motivos aún más misteriosos. Sabe demasiado y encaja las piezas como si fuera un rompecabezas que tiene bien aprendido.

¿Acaso todo se lo ha contado Dyo? Eso no puede ser, Dyo siempre fue muy renuente a revelar demasiado sobre sí mismo, el misterio y el drama, eran cosas con las que el Lord Negro alimentaba su alma, cuentos que brotaban de su prolífica imaginación. Y suponiendo que, si aún sintiera algo por él, Dyo no lo expondría a quien sabe que peligro, considerando que Sylvain era algo así como una debilidad para la máscara posesiva. Y eso era justamente lo que deseaba encontrar la Fundación.

Sylvain apretó la almohada, nunca había dudado de la inalterabilidad de los sentimientos de Dyo, no comenzaría ahora y añoró volver a escuchar sus historias, acurrucado sobre su pecho como en Alagadda y suspiró.

Contigo Hasta El FinalWo Geschichten leben. Entdecke jetzt