Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 17

3.9K 233 28
                                    

Maratón 1/3

El sonido que producían sus uñas al colisionar contra la madera del escritorio me impedía apartar la mirada del escritorio. A pesar de eso mi mente no se encontraba en ese lugar. No se sintió correcto no actuar cuando esos chicos se burlaban de una manera tan cruel del rubio, pero esa acción consiguió empujarme a una espiral de dudas. ¿Por qué mis pies se habían movido antes que mis pensamientos? ¿Era correcto que me sintiera con ese instinto de protección cuándo yo no era nadie para ellos?

Era irónico. Años tratando de mantener las distancias con la gente justo para evitar la situación en la que me encontraba en ese momento. Y lo peor es que ni siquiera me arrepentía. No me sentaría en otro lugar si pudiera volver atrás en el tiempo, porque aunque no fuera recíprocos inconscientemente los consideraba mis primeros amigos. Y eso me asustaba.

—Señorita Brooke, esa actitud es totalmente inapropiada en un centro como el Lakestone. Esto es un instituto, no un patio de recreo.—asentí como si la estuviese escuchando mientras alargaba su mano hasta uno de los cajones para rebuscar en su interior— Tendrá que rellenar esta hoja y entregarla antes de una semana. Que no se vuelva a repetir.

Cogí el papel que me extendía sin mucha emoción dejándolo en unos segundos. Me costó reprimir la sonrisa irónica que quería trepar por mis labios. Una disculpa escrita quería, no escribía una de esas desde primaria. Definitivamente algo no estaba bien con la educación de ese centro. Aunque tampoco era quien para quejarme, prefería eso a pasarme las tardes encerrada en un aula como castigo mientras el profesor de guardia roncaba en su silla.

Cerré con suavidad la puerta alargando el momento lo más que pude. Escuchar una lección de francés no se situaba en la cima de mis actividades favoritas en circunstancias normales, por lo que en esos momentos la tarea parecía volverse más tortuosa de lo que nunca me hubiese planteado.

Mantuve la mirada en el suelo mientras escuchaba a una pareja coquetear cerca de los baños esperando pasar desapercibida. Porque sí, me había reconocido esa risa coqueta y no necesitaba en ese momento que el peso de mis hombros aumentara aún más su carga. Hablar con los chicos después de que Blake me hubiese dejado claro que solo molestaba no podía traerme nada bueno.

—Hola, preciosa. ¿Me extrañabas?

Por eso mismo ignoré el saludo de Declan pasando delante suya sin dirigirle siquiera una mirada. La chica que lo acompañaba pareció feliz de que no fuera a robarle la atención de castaño, pero esa sonrisa fue rápidamente sustituida por una mueca cuando este avanzó rápidamente para impedirme el paso. Debía ser realmente estúpida si creía que iba a dejarme en paz sin más.

—No te pongas celosa, preciosa. Solo es una amiga.

—¿Cómo que una amiga?—murmuró molesta sin que ninguno le prestáramos demasiada atención.

—Apártate.—demandé dejando que leyera la seriedad de mi mirada sabiendo que no podría cruzar de lo contrario.

—Vamos, sabes que era la única para mí. No tienes porque...

—He dicho que te apartes.

No hubo insultos de por medio. Tampoco un tono de voz elevado o algún signo de irritación en ella, solo indiferencia. Tal vez por eso se percató de que algo andaba mal. Borró todo rastro de broma en su rostro situando una mueca en su lugar permaneciendo aún anclado en su sitio.

—¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

—Quítate, Declan. No estoy para bromas ahora.

Me hice a un lado y lo atravesé por la derecha aprovechando su repentina parálisis que le habían causado mis palabras. Para cuando se escuchó el sonido de sus zapatos chocar contra el suelo en mi persecución ya era demasiado tarde, el aula de francés resguardaba mi soledad.

Rumores Azules (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now