Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 2

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Observé como esta vez era un moreno que caminaba con aires de grandeza hacia nosotros el que había causado su mutismo. Al menos durante los primeros instantes porque fue guiñarle uno de sus ojos castaños a una de las chicas que estaban en la tercera fila para que todas las voces femeninas estallaran al instante soltando risitas nerviosas.

No me gustaba juzgar a las personas sin conocerlas porque yo era la primera que sabía que las apariencias engañaban pero me fue inevitable no clasificarlo como un mujeriego por la manera en la que le dirigía un cumplido o una mueca pícara a cada chica que se cruzaba en su camino. Al llegar a la última fila le pasó un brazo por el hombro al rubio sin percatarse de mi presencia.

—¡Tyler! ¿Qué te cuentas, tío?— sus ojos azules me señalaron con un rápido movimiento— Wou. ¿Y está preciosidad quien es?

Su amigo supo leer la expresión de mi rostro porque le impulsó un poco hacia atrás cuando advirtió en mi mirada que iba a golpearlo al inclinarse demasiado en mi dirección. No soportaba que invadieran mi espacio personal y el aula era lo suficientemente espaciosa como para se mantuviera a un par de metros de mí.

—No lo sé. Es nueva y dice que no quiere moverse.

—Entiendo.— extendió una amplia sonrisa coqueta mientras se acercaba a mí una vez más ignorando la advertencia de su amigo— Me llamo Declan, aunque supongo que tú eso ya lo sabías. Me pareces una belleza con esos increíbles ojos verdes, pero hay maneras menos arriesgadas de llamar mi atención, ¿sabes?

—Ni que fueras la gravedad para que me sintiera atraída por ti.

—No te hagas la dura, preciosa. No te preocupes que más tarde saldré contigo pero ahora tienes que mover ese hermoso trasero de su silla antes de que llegue.

—¿Eres estúpido o no entiendes inglés? Lárgate, no me interesas.

Quise golpearme la cabeza contra la mesa cuando los murmullos crecieron de manera alarmante que anunciaba la llegada de alguien más. Me estaba empezando a cansar de tener que repetir que no pensaba desplazarme de aquel sitio ni aunque viniese el mismísimo presidente de Estados Unidos. Aunque teniendo en cuenta quienes eran mis compañeros no me extrañaría que alguno estuviera emparentado con él.

Desplacé la mirada encontrándome con otro chico más encaminándose en nuestra dirección empezando a aburrirme de la situación y por una vez esperaba que los estereotipos se cumplieran para que el pelinegro de gafas negras poseyera algo más de inteligencia que la de los dos individuos frente a mí. Mientras lo observaba me asaltó la duda de si sus ojos serían tan negros realmente o los cristales los oscurecían de alguna manera a pesar de ser trasparentes.

Afortunadamente este pareció percatarse antes de mi presencia porque se detuvo delante de mí mientras se ajustaba la montura de sus gafas por un lateral con su meñique. Elevé la barbilla desafiante viendo como me inspeccionaba con la mirada a conciencia.

—Es nueva.—justificó Tyler brevemente.

—¿Le habéis explicado cómo funciona esto?

—Sí, pero no quiere moverse. Yo creo que no hay algo bien con ella, Owen.—añadió el otro chico. ¿Cómo era? Declan.— Me ha rechazado. ¡A mí!

—Oye, esto ya está empezando a molestarme. No voy a moverme de aquí porque me importan una mierda vuestras absurdas reglas. ¿Lo habéis comprendido o necesitáis un dibujo para entenderlo?

Intenté que mis ojos les transmitieran toda la hostilidad que había puesto en mis palabras, no era muy complicado si teníamos en cuenta que los comentarios de la gente estaban empezando a exasperarme. Tanto los que estaban allí desde un principio como los que habían llegado algo más tarde escuchaban nuestra conversación con interés y eso era algo que estaba empezando a sacarme de quicio.

Medité la idea de tirarme por la ventana cuando escuché como un chico decía con asombro que en tan solo el primer día había conseguido que "tres de ellos" estuvieran pendientes de mí porque no sabía cuantos idiotas más sería capaz de soportar. Mis límites parecían a punto de estallar.

—Será mejor que te quites antes de que llegue Blake.

Entre la mirada objetiva del tal Owen, los murmuros nerviosos de la gente y la constante insistencia de los otros dos idiotas iba a comenzar a imaginar que ese chico al que temían era una clase de ogro que comía a las personas cuando estas lo disgustaban.

—Por favor, chica. Es por tu bien.

No moví ni un músculo a pesar de la súplica que estaba implícita en su voz. Aunque por otra parte tampoco creo que me hubiese dado tiempo porque un arrollador silencio más intenso incluso que los anteriores cubrió los rincones de la clase anunciando la llegada de aquel al que todos temían.

—Cruza los dedos, preciosa. Vas a necesitarlo.

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¡Buenos días/tardes/noches/lo-que-sea! Hoy es jueves, así que aquí vamos con el siguiente capítulo. Espero que os esté gustando, podéis dejarme vuestras opiniones por aquí.

Pregunta:¿Quien os cae mejor de momento?

Y eso es todo por ahora.

Se despide, mglm17.

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