Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 14

4.2K 245 14
                                    

Parecía surrealista pero estaba completamente segura de que una cena en cualquiera de los exclusivos restaurantes en los que mis padres hacían negocios me habría salido mucho más rentable que una comida en aquel sitio. Con esto no me refería al precio del menú ya que la segunda opción era mucho más accesible. El problema eran los comensales.

—La madre que os parió. ¿Vosotros tenéis estómago o un agujero negro ahí dentro?

Cuatrocientos cincuenta dólares gastados en apenas una hora. Sabía que acceder a su petición de invitarles a su almuerzo era una mala idea, lo que no me llegué a imaginar es que tratarían de comerse hasta la carta.

—Tienes dinero suficiente como para pagar ocho de estas todos los días.

—No por eso teníais que probar medio menú.

—Tenía todo muy buena pinta.—se justificó Tyler sonriendo de manera escueta.— Y es la primera vez que venimos a un restaurante de estos.

—Sabe mejor de lo que me esperaba.

—Las apariencias engañan la mayoría de las veces, no siempre hay que juzgar por lo que se ve. Molière.

—A veces pienso que se inventa las citas. ¿Cómo demonios te puedes acordar de tantas, tío?

Ni siquiera había acabado su pregunta cuando ya se había olvidado de esta mientras seguía con los ojos a una castaña a la que le guiñó con una sonrisa engreída dos segundos después.

—Porque usa el cerebro para algo más que para ligar.

—¿Estás celosa, preciosa?

—No sabes cuanto.—me incliné hacia la mesa aprovechando que se encontraba enfrente de mí observando como el castaño a su lado fruncía el ceño de forma extraña.— Ella no tiene que soportarte todos los días.

Me hubiese burlado de la mueca de su cara si algo no me hubiese distraído antes. Joder, no podía ser posible. Me giré asombrada sin las expectativas muy altas por lo que había escuchado cuando lo vi. No solo era real sino que acababa de conseguir aturdirme durante unos segundos.

—¿Eso ha sido una risa?

—¿Qué?

—¡Te has reído! ¡Lo he visto!

El tornillo se me quedaba corto para lo que parecía que me faltaba. No me importaba, tenía justificación porque escuchar una risa sincera suya se asemejaba bastante a un concierto en directo de tu banda favorita. Parecía otra persona cuando quitaba la cara de chupar limones. No es que fuera poco atractivo porque las múltiples miradas que habíamos recidivo desde que nos sentamos me lo confirmaban, pero es que su sonrisa sincera había conseguido destruir mis bragas. No me iba a mentir a mi misma, aunque eso tampoco significaba que me gustase admitirlo.

—¿Y qué con eso?

Me maldecí interiormente cuando mis palabras provocaron que volviera esa expresión tensa. Estaba segura de que lo había tomado como una burla a pesar de que no lo fuera.
—Es más difícil verte reír que averiguar el apellido de Hailey.

Maravilloso. Simplemente genial. No es que me avergonzara de mi procedencia pero en aquel instituto el apellido solo servía para jerarquizar a unos por encima de otros y yo me negaba a ello. Bien es cierto que en ese caso todos poseían más dinero que yo, pero no me gustaba la idea de que me empezaran a conocer por el apellido y que adolescentes interesados empezaran a acercarse a mí únicamente con una intención detrás.

Y había conseguido evitar el tema exitosamente hasta ese momento. Declan tenía muchas posibilidades para usar de comparación a modo de broma pero para mi desgracia eligió la que menos me convenía.

—Se apellida Brooks.—respondió Owen antes de llevarse el refresco a los labios.

Quise llevarme la mano a la frente para golpearme con ella cuando lo escuché decirlo tan alegremente y aunque conseguí reprimir mi impulso no puedo decir lo mismo de Blake. Este se giró con tanta brusquedad en su dirección que fue un inexplicable que no cayera su vaso al suelo.

—¿Cómo demonios sabes tú eso?

—Viene en la lista de la clase.

Eso tenía sentido. Nunca pensé que alguien se molestara en buscar a alguien en las listas pero suponía que no era lo mismo en su situación porque al conocerme la curiosidad estaba del todo justificada y dudaba bastante que Owen pudiera ignorar una pregunta algo que tiene a su alcance conocer como si nada.

—Brooks,... Brooks,...¡Oh! ¿Tu familia es la dueña de Brookys?

Odiaba el nombre. Lo repudiaba con toda mi alma y para mi desgracia no podía cambiarlo.

—Esa misma.

No era una empresa novedosa porque tal y como otras muchas marcas famosas solo poseía artículos de ropa, joyas y accesorios varios. A pesar de eso no nos iba nada mal, la gente se volvía loca comprando cosas que costaban el triple solo por llevar nuestro logo.

—No lo entiendo. Tienes mucho dinero. ¿Por qué ocultas tu apellido?

—No lo oculto. Lo que pasa es que no quiero que la gente se acerque a mí por el dinero que tenga mi familia.

—¿Y por qué iban a hacerlo si no?

Tyler parecía confundido pero no lo culpaba porque le habían educado para que pensara de esa manera. Sin embargo mis padres habían tenido unos origines humildes y habían logrado transmitirme esos valores antes de que el dinero consiguiera borrarlos de sus mentes.

—Porque sienten curiosidad y quieren saber más sobre ella. No sobre sus padres, no sobre su dinero, sobre como es ella en realidad.

No parecía ser una respuesta general y la intensidad con la que mantenía sus gemas azules sobre mí tampoco ayudaba pero por alguna razón no estaba incómoda. Al contrario. Sus palabras habían avivado en mi pecho una llama de curiosidad. Quería saber que motivaba esas palabras, si había algún trasfondo en ellas. Si existía la posibilidad de que sustituyéramos las palabras mordaces por ese cruce de miradas. Ni siquiera yo sabía que era lo que anhelaba, pero en ese momento no me pareció tan catastrófica la idea de dejar que alguien me conociera.

—O eso te diría si fuera otra persona, pero solo es Hailey así que su apellido es su única opción para hacer amigos.

Aunque pensándolo mejor era mejor mantener las cosas como estaban. Sería imposible que el castaño y yo estuviésemos en una misma habitación si matarnos y no había necesidad de intentar remediar esa situación cuando no me acarreaba ninguna ventaja.

Veinte minutos y dos postres para cada uno después me encontraba introduciendo el pin de mi tarjeta mientras los chicos me esperaban a unos metros de mí. Cuando el pitido de la máquina me anunció que podía retirar la tarjeta la recogí antes de acercarme a ellos.

—Espero que lo habéis disfrutado porque no pienso volver a invitaros a comer en la vida.

—No ha estado mal, podría acostumbrarme a esta comida.

—Bueno, tengo que irme.—estaba acostumbrada a que el carácter de Declan fuera incomprensible pero aun así me resultó curioso la prisa que parecía tener cuando instantes atrás estaba tranquilo.—Nos vemos mañana.

—Espera tío, ¿por qué no...?

—¡Hasta mañana!

Salió por la puerta tan deprisa que estaba segura de que había batido algún récord de velocidad en cortas distancias. Inspeccioné mi alrededor por si algo podía arrojar algo de luz a mi mente y cuando no encontré nada volví a girarme hacia los chicos.

—¿A qué ha venido eso?

—¿Cómo has venido, Hailey?—preguntó Owen reajustándose la montura de las gafas.

—Pues andando. ¿Cómo quieres que venga?

—Ha salido corriendo para no tener que llevarte en coche.

—¿Qué? ¡Pero si yo no le pedí nada la otra vez! Ni que le estuviese obligando.

—Puede que tú no...

—Owen puede llevarte a tu casa.—interrumpió Blake metiéndose las manos en los bolsillos.

No entendía muy bien como funcionaba su mente porque para tener aquel escultural cuerpo tenía que trabajar unas cuantas horas a la semana fijo y a pesar de eso hacía sonar tener que caminar como un sacrilegio. No se me iban a caer las piernas por caminar unas cuantas manzanas pero eso era algo que no eran capaces de comprender, puede que por sus ceros en la cuenta corriente.

—He venido andando así que puedo volver también.

—Owen te llevará.—repitió mandándome una mirada demandante.

—¿Puedo decir algo?—nos mantuvimos en silencio para que hablara— No puedo llevarla.

—Y aunque pudiera no lo harías porque tengo las piernas para algo más que para sujetar mi culo.

—Entonces la llevas tú, Tyler.—se dirigió hacia él dándole una palmada en la espalda.

—¿Me estás escuchando?

—Sí, pero he preferido no hacerte caso.

—En realidad voy en la dirección contraria.

Tyler no sabía donde vivía pero no pensaba rebatirlo porque ambos queríamos llegar al mismo punto. Elevé las cejas de forma burlona en dirección al castaño esperando que se diera por vencido cuando sacó las manos de sus bolsillos una llave en una de ellas.

—Te llevo yo entonces.

—Aprendí a caminar con nueve meses, ¿sabes? Tengo bastante práctica.

—Hailey, te vienes conmigo y punto.

—Deja que te acerque, vas a acabar antes que discutiendo con él.

No me gustaba la idea de ceder en una discusión pero sabía que Owen tenía un punto. Si pude sobrevivir al viaje con Declan no debería ser muy diferente con Blake. Me repetí eso unas cuantas veces para convencerme, pero sabía que no era verdad.

—Está bien.

Lo sabía pero acepté de todos modos.

~•~•~•~•~•~•~•~
¡Buenos días/tardes/noches/lo-que-sea! Espero que os esté gustando la novela y os hayáis enganchado. Ignoremos que he subido este capítulo con una semana de retraso.

Podéis dejarme por aquí vuestra opinión del capítulo.

Pregunta: ¿Cuál es vuestro libro favorito?

Y eso es todo por ahora.

Se despide, mglm17.

Rumores Azules (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora