Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 3

5.4K 312 35
                                    

Ni siquiera había empezado la primera clase pero ya tenía asumido que mi estancia en el Lakestone iba a ser de todo menos tranquila. ¿Cuántas eran las personas con las que había intercambiado más de dos palabras en esos escasos quince minutos que llevaba allí? Tres. ¿Con cuántas personas había discutido por molestarme? Tres. Era un perfecto pleno que me avisaba de cómo sería mi futuro.

—¿Qué está pasando?

La profundidad de una nueva voz me hizo cuestionarme hasta dónde sería capaz de empujar mis límites. Siempre había pensado que un solo idiota con algo más de estupidez de lo normal ya sería capaz de corromper mi paciencia pero me estaba sorprendiendo a mi misma al ser capaz de permanecer relativamente tranquila tanto tiempo. No quería averiguarlo pero estaba segura de que el fino hilo que contenía mi mal humor no soportaría un cuarto asalto.

—No tienes que preocuparte por ella, Blake. Enseguida se...

—Estoy hablando con ella.

Ante su mención no pude hacer otra cosa que enfocar la mirada en el sujeto que tenía delante para evaluar a mi próximo oponente.

Esa vez no me costó tanto comprender porque todos parecían temerle porque aunque no compartía sus miedos la glacial mirada de sus ojos azules se hacía respetar. Sus cejas fruncidas eran un buen complemento para la apariencia que quería dar, estas poseían una tonalidad ligeramente más oscura que las hebras castañas que caían despreocupadamente sobre su frente de manera desordenada. Pude percatarme de como la forma cuadrada de su mandíbula se marcó más al tensarse cuando permaneció sin una respuesta de mi parte unos segundos después. También consiguió casi hacer desaparecer sus labios con forma de arco al apretarlos contra sí, podía notar como mi desinterés lo molestaba. Desvié la mirada hacia la ventana de nuevo sin sentirme intimidada a pesar de que posiblemente me sacaría una cabeza y media.

Empecé a ignorar los nuevos murmullos que brotaron cuando su cuerpo salió de mi visión periférica. A esos miedicas ni siquiera los estaba mirando pero ya especulaban temerosos sobre su reacción o apelaban a la suerte para que los protegiera. Me parecieron ridículos mientras temían a un adolescente de unos dieciocho que no tenía más poder sobre ellos que el que le daban.

No me resultó muy complicado averiguar que se había situado en el asiento de al lado porque la silla provocó un irritante sonido cuando la arrastró. No quise prestarle atención para demostrarle que su presencia no me influía en lo más mínimo pero me fue imposible no hacerlo cuando su pie se coló entre las patas de mi silla hasta moverla con una patada girándola en su dirección antes de que pudiera reaccionar.

—Si lo que intentas es desafiarme tengo que advertirte que estás metiéndote con la persona equivocada.

—¿Por qué todos pensáis que con cada cosa que hago quiero llamar vuestra atención?

—No veo otra razón por la que querrías llevarme la contraria.

Elevé las cejas evaluando su respuesta pero cuando me percaté por la seriedad de su mirada que no podía ser una broma no me quedó otra que alargar un brazo hasta alcanzar su pecho para darle unos toquecitos a esa zona de su camisa para sacudirla. Vaya, a alguien le gusta ejercitarse, pensé al notar la firmeza de su pecho.

—Tenías un poco de ego pegado a la camisa. —respondí con una sonrisa más falsa un billete de tres dólares cuando me miró de manera extraña. 

—Tío, vas a tener que cuidarte de esta preciosidad porque no se corta un pelo.—Declan le dio una palmada en la espalda al castaño tras silbar.

—Las personas del fondo, siéntesen por favor. La clase va a comenzar.

Desplacé mi silla noventa grados para que volviera a apuntar al frente de la clase donde se situaba el profesor cuya presencia ni siquiera había percibido. Tenía una mirada excesivamente seria y supe al momento que era uno de esos maestros que pagaban su odio hacia su trabajo con los alumnos.

—Los nuevos nos invaden este año.—el murmullo de uno de los chicos de segunda fila no pasó desapercibido para nadie.

Me sorprendió saber que era su primer año en ese centro porque aunque su edad rondaba la treintena ya tenía la mirada de alguien cansado de tratar con adolescentes.

—Muy bien, voy a pasar lista.

—Blake, discutiremos esto más tarde. No es el momento.—intercedió a mi favor el chico con gafas ante la atenta mirada del profesor.

Los otros tres integrantes del grupo de estúpidos se movieron hasta dejarse caer en los asientos de al lado de Blake. No entendía porque las filas estaban formadas por tres mesas de dos pegadas, pero lo atribuí a una facilidad de comunicación, y por lo tanto de relaciones entre las personas de una clase.

—Hailey Br...

—Sí. —le corté antes de que pronunciara mi apellido.

Desvié la mirada hacia el castaño cuando la intensidad de su mirada pareció atravesarme y le devolví el mismo gesto cargado de hostilidad.

—Esto no se ha acabado aquí.

—¿Eso significa que tendré que volver a escuchar tu irritante voz otra vez?— mentía como una bellaca porque la profundidad de su voz parecía sacada de un anuncio.

—Blake Evanson. —el profesor levantó la mirada del papel hasta encontrarla con el susodicho para comprobar que estaba y continuó nombrando a gente.

Después de escuchar su apellido comprendía un poco mejor esos aires de poder que parecían rodearlo y porque normalmente se situaba en el sitio del que yo me había negado a moverme. Al apellido Evanson no solo estaba asociado a una importante compañía de seguridad informática que generaba millones, sino que además el secretario de defensa de los Estados Unidos se apellidaba de esa manera. ¿Casualidad? Pues no, resultaba ser su padre.

Ladeó la cabeza para mirarme mientras elevaba su ceja izquierda esperando averiguar el impacto que había causado en mí su procedencia. Puede que mi familia no fuera tan influyente o adinerada como la suya pero eso no significaba que mi actitud fuese a cambiar con él.

—Si estás esperando una disculpa o que me intimide eres más idiota de lo que había supuesto en un principio. —le respondí situando mi rostro sobre la mano que tenía apoyada en la mesa sin dignarme a devolverle la mirada.

—Supongo entonces que el apellido Collins te parecerá menos que nada.

No necesitaba el intento por calmar el ambiente de Tyler pero eso no me evitó apreciar su gesto mentalmente. Por si fuera poco gracias a eso el rubio me había dado información extra sobre uno de mis rivales, en ese caso de él mismo.

Poca era la gente que no conocía su apellido porque podrías encontrarlo en cualquier parte del mundo colgado en lujosos edificios. Su familia poseía una extensa cadena hotelera de la que no se libraba ningún continente.

—No sé quien te crees que eres o que estás intentando, pero voy a darte un consejo. No te pases de lista conmigo.

—Creo que aún no lo has entendido.—giré esta vez el rostro en su dirección para que percibiera la seriedad de mi mirada. —A mí nadie me da órdenes.

Después de esos me limité a cruzarme de brazos mientras mantenía la mirada al frente fingiendo que estaba atendiendo a cada una de las explicaciones que nos daba el que iba a ser nuestro profesor de historia. Sentía los heladores ojos de Blake quemar mi piel cuando cada poco tiempo se encargaba de dejarme clara su presencia pero no por eso me moví. Durante esos largos sesenta minutos pude notar las diferentes miradas curiosas del resto de estudiantes, así como las menos disimuladas de sus amigos. 

Cuando mis oídos se vieron bendecidos con el sonido del timbre salí de aquella habitación con paso firme agradeciendo que el primer día solo nos obligaran a ir durante una hora. No sabía como iba a poder soportar esa tensión día tras día.

~•~•~•~•~•~•~•~

¡Buenos días/tardes/noches/lo-que-sea! Hoy es jueves, así que aquí vamos con el siguiente capítulo. Ya sabéis que podéis dejarme vuestras opiniones por aquí.

Pregunta:¿Desde dónde me seguís?

Y eso es todo por ahora.

Se despide, mglm17.

Rumores Azules (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora