Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 4

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Habían bastado tres horas y mis tímpanos parecían estar a punto de reventar. Cada vez necesitaba más fuerza de voluntad para no soltarle cuatro gritos a cada estudiante que se ponía a susurrar cada vez que pasaba por mi lado. Al ingresar a ese instituto había creído que siendo tan egocéntricos como parecían serlo la mayoría no se preocuparían por algo que no tuviera relación con ellos pero me había equivocado estrepitosamente porque no había boca de la que no escuchara salir mi nombre.

Ese enfrentamiento entre esos chicos y yo se había producido el día anterior pero lo comentaban con tanta emoción que parecía estar pasando delante de sus narices en ese mismo momento. Había hasta llegado a escuchar sobre una apuesta en la que estaban involucrados algunos chavales de un curso menor en el que apostaban cuanto tiempo tardarían en someterme.

Giré la tarjeta entre mis dedos mientras me encaminaba hacia la fila del comedor agradeciendo tener un descanso aunque fuera de media hora para ordenar mis pensamientos y recargarme a base de comida. Aquella cafetería podría considerarse un restaurante si no tuviera bancos en lugar de sillas para las numerosas mesas redondas que se dispersaban por la sala.

Agarré la bandeja de plástico blanco para situar sobre ella los platos ya preparados que iba a comprar. A pesar de ser un comedor estudiantil los platos estaban preparados a conciencia para que a nadie se le ocurriera protestar por su apariencia o sabor.

Elevé las cejas sorprendida cuando la chica que tenía enfrente se apartó sobresaltada al verme situándose a mi espalda. Comprendí que me estaba cediendo el turno cuando la siguiente persona de la fila imitó su gesto al ver quien estaba detrás suya al agarrar una botella de agua. Fui incapaz de comprender porque todos me cedieron su sitio aunque intuía que la discusión del día anterior había ayudado a que me diera a conocer. Me maldije por eso, ahora esos idiotas tendrían más motivos para pensar que buscaba popularidad con mis acciones.

Ignoré ese hecho cogiendo un par de platos junto a un refresco de naranja sabiendo que si reclamaba solo retrasaría más la cola. Agarré la última copa de chocolate como postre pensando antes de dirigirme hacia una mesa que se encontrar vacía.

Mi intención de no socializar se vio un poco afectada cuando tras un vistazo rápido comprobé que en cada mesa había un grupo de al menos cuatro personas. O eso fue hasta que me topé con una las mesas central sin una sola persona sentada. Ignoré las miradas que se posaron en mí cuando posé mi trasero sobre le metal porque al fin y al cabo llevaban todo el día observándome. Quise hacerle un altar, pero en vez de eso me limité a sentarme mientras me apuntaba mentalmente que tenía que salir antes de clase porque no creía que las mesas vacías se solieran encontrar con regularidad.

Apenas había pinchado la pasta con el tenedor cuando pude captar como alguien tomaba asiento a mi lado. Aunque no podía echar a nadie de la mesa me preparé para que la fría mirada de mi rostro sirviera al menos para conseguir que se alejara un poco de mí.

—Parece que me persigues, preciosa. ¿Seguro que no estás tratando de llamar mi atención?

O al menos esa era mi intención hasta que desvelé su identidad descubriendo que se trataba de uno de los idiotas.

—Eres tú el que se ha sentado aquí, Declan.

—Que rápido te has aprendido mi nombre. —introduje el tenedor en mi boca ignorando la coquetería de su voz- Esta es nuestra mesa. Nadie se sienta aquí más que nosotros.

Por eso la mesa estaba vacía, pensé poniendo los ojos en blanco exasperada. Solo necesitaba treinta minutos de paz mental y como allí no lo iba a conseguir me levanté con la intención de buscarme otro sitio.

—No nos molestas aquí.— añadió esta vez una nueva voz mientras empujaba mi hombro hacia abajo para que volviera a sentarme. —Puedes quedarte.

No estaba del todo segura de quien me estaba hablando porque se encontraba a mis espaldas y aún no reconocía las voces pero mis sospechas de que se trataba de Tyler por la amabilidad de sus palabras se vieron confirmadas cuando me rodeó hasta situarse en frente mía con una sonrisa.

No podría haberle agradecido sus palabras ni aunque esa fuera mi intención porque casi al momento llegó Owen causando un molesto sonido al depositar con fuerza su bandeja al lado de la del rubio. Elevó la mirada unos segundos en los que no la apartó de mi rostro mientras parecía analizar algo.

—Blake va a enfadarse. —situé una mueca sobre mis labios dispuesta a replicar antes de que me cortara.— Será interesante.

—La gente no suele desafiarlo.—añadió Declan metiéndose de manera apresurada unos macarrones con tomate en la boca dejándosela marcada de dicha salsa. —Es divertido verlo fuera de sus casillas.

—¿Sabes lo que son las servilletas?

—Parece ser que lo del otro día no es solo fachada.

Agarró una hoja de papel de su bandeja haciéndome caso mientras sonreía satisfecho. Ni por un segundo me sentí ofendida por sus palabras, ya tendría tiempo de demostrarle que no habían visto ni la punta del iceberg de mi personalidad.

—Me caes bien, preciosa.

—Tú a mi no tanto.

Soltó una gran carcajada atrayendo todas las miradas del comedor. Entendía que podría ser confuso estar discutiendo un día y estar riendo al otro como viejos amigos pero no por eso tenían que examinarnos todos con tanta concentración.

Desvié la mirada hacia Tyler con incomodidad para encontrármelo mirando con anhelo la copa de chocolate que había en mi bandeja. Recordé que me había apropiado de la última mientras veía la ausencia de postre en su comida.

Agarré la copa de cristal por la base elevándola unos centímetros hasta situarla a su alcance manteniendo la mirada fija en mi plato de comida. Sabía que no era lo más ideal si quería que el concepto de chica no amigable que tuvieran de mí se mantuviera pero miraba el postre con tanta intensidad que mi mano prácticamente se movió sola.

—¿Y esto?

—Cállate y come. —respondí aún sin levantar la mirada de mi plato.

—Gracias, Hailey.

No me hizo falta mirarlo para saber que estaba sonriendo. Asentí con la cabeza de manera leve para que supiera que lo había escuchado esperando que no le dieran demasiada importancia a aquel gesto.

—Oww, en el fondo mi chica tiene buen corazón.— se burló Declan pasando un brazo por mis hombros aprovechando la distancia.

Le di un codazo en las costillas no demasiado fuerte aprovechando que me quedaban a un altura perfecta logrando que separara su brazo al instante. Una cosa es que le cediera comida al rubio y otra muy distinta es que se pudieran tomar esas confianzas conmigo.

Iba a reclamarle por si necesitaba la confirmación de mis palabras cuando el golpe de una bandeja cayendo contra el suelo silenció el comedor entero.

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¡Buenos días/tardes/noches/lo-que-sea! Hoy es jueves, así que aquí vamos con el siguiente capítulo. Ya sabéis que podéis dejarme vuestras opiniones por aquí.

Pregunta: ¿Cuántos años tenéis?

Y eso es todo por ahora.

Se despide, mglm17.

Rumores Azules (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now