Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 16

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Destacaba entre las solicitudes para apuntarse a diversos clubs extraescolares y los avisos de excursiones de varios cursos un papel de libreta escrito a mano de manera apresurada en el que sobresaltaba el nombre del rubio subrayado varias veces.

¿Os habéis preguntado alguna vez como Tyler Collins consigue pasar de curso con esas pésimas cualificaciones? Podría ser por el dinero de su familia, pero en este caso influye más que se esté tirando a la señorita Adams.

Sabía que al rubio se le resistían un pocos los estudios pero acusarlo de acostarse con la subdirectora a cambio de subirle las calificaciones era demasiado rastrero. Lo hacía sonar como si se prostituyera.

No entendía por qué a mi alrededor los chicos soltaban risas bajas dándose codazos entre sí como si hubiese cumplido una gran hazaña. Las chicas, animadoras en su mayoría debido a la hora, hablaban por lo bajo con la envidia fluyendo por cada parte de su cuerpo.

En apenas un par de zancadas mi mano estuvo a la suficiente distancia como para poder arrancar el papel de un solo tirón. Me daba igual que lo hubiesen leído muchos estudiantes, no quería que eso siguiera ahí. No lo merecía. Tyler no merecía que lo acusaran de esa manera.

—¿Qué se supone que haga yo ahora, Hailey?

No podía olvidarme tampoco de que Blake estaba a mi lado.

—Yo no he puesto eso. De verdad. Seguro que alguien ha visto a alguien poner el papel. Solo tenemos que preguntar y...

—Hailey.

—¡Cámaras! ¡Seguro que las cámaras grabaron quien fue!

—Hailey, escúchame.

—Esa ni siquiera es mi letra. Fíjate, yo hago las vocales más redondas y en esta letra—señalé una de las jotas— hago el punto que hay encima con un círculo. Además...

Su mano se apoderó de mi mentón consiguiendo que dejara de agitar con brusquedad la hoja de papel de manera nerviosa hasta que conecté mi mirada con la suya. Puede que la seriedad que transmitía su mirada debió haberme alterado más pero lo cierto es que tras un par de segundos observando ese azul tan característico conseguí recuperar algo la sensatez.

La piel que estaba en contacto con su mano parecía arder bajo su toque pero no me atreví a deshacerme de él. Su rostro disminuyó un par de centímetros la distancia, su aliento casi chocando contra el mío.

—Te creo.

—¿De verdad?—susurré de vuelta asombrada.

—Sé que no has sido tú.— debería haberme alegrado pero sus ojos me lo impidieron antes de que pudiera siquiera corresponder sus palabras con una sonrisa.— Por eso mismo deberíamos mantener la distancia.

—¿Por qué?.

—Desde que apareciste han empezado a deambular falsos comentarios sobre nosotros y si no mantenemos las distancias por un tiempo irán a peor. La familia de Declan casi pierda una importante firma de un contrato con otra empresa por esos rumores. No somos normales, Hailey. Aquí hay gente aprovechando un mínimo error para sacarte de juego y nosotros no podemos permitírnoslo.

—No lo entiendo. Si no es culpa mía, ¿por qué tengo que alejarme entonces?

—Puede que no estés expandiéndolos tú pero indirectamente influyes en ellos. Nos desafiaste y como parece que somos amigos la gente cree que pueden jugar con nosotros sin que haya repercusiones.

Daba igual de cuantas maneras lo explicase, lo único que entendía de sus palabras es que bajo esas excusas quería que dejáramos de juntarnos. Extendí una sonrisa irónica para ocultar todos los reproches que querían salir por mi boca antes de marcharme sin molestarme en despedirme.

Realmente era estúpida creyendo que podría llegar a tener amigos. No estaba hecha para eso y no parecía haberlo aceptado después de todo. Presioné mis labios entre sí, no era momento para pensar en tonterías.

Me encaminé hacia mi siguiente clase a pesar de que aún quedaban quince minutos para que esta empezara agradeciendo que no coincidiera con los chicos en ella. No quería dejar ver que sus palabras me habían molestado pero la fuerza con la que mis pies golpeaban el suelo no parecían estar de acuerdo. Un par de personas incluso llegaron a apartarse al verme en su trayectoria.

Arrojé la mochila a un lado de la mesa cuando llegué a mi destino sin importarme el material escolar que pudiera dañarse. Saqué un bolígrafo única y exclusivamente para mantenerlo dando vueltas entre mis manos.

Ignoré a la persona que ocupó el asiento de mi lado porque sabía quien era y a pesar de no conocerlo no me apetecía lidiar con sus posibles preguntas.

—Escuché los rumores.

—Bien por ti, tus oídos funcionan.

—¿Por qué estás de mal humor? No han hablado sobre ti.

Quise replicarle, decirle que me importaba una mierda lo que inventaran sobre mí y lo que verdaderamente me jodía es que hubiesen molestado a mi amigo. Pero me detuve. Me detuve porque al fin y al cabo nosotros no éramos amigos. Nunca lo fuimos, Blake se encargó de dejármelo muy claro.

—¿Es porque dicen que lo has extendido tú?

—Métete en tus asuntos, Ethan.

—Vaya, —elevó las cejas de manera cómica—recuerdas mi nombre.

—Se llama tener memoria. Deberías probarlo.

—¿Sabes? No creo que hayas sido tú.

—Menos mal, no sabía como iba a ser capaz de dormir esta noche sin que alguien me creyera.

Se mantuvo durante unos segundos en silencio analizándome hasta que llevó su mano hasta la mía para arrebatarme el bolígrafo y que le prestara atención. Su expresión seria de repente.

—No tienes por qué escudarte bajo el sarcasmo. Solo intento ser amable.

—¿Por qué? Nadie hace cosas desinteresadamente.

—Yo sí lo hago.

—Estás mintiendo.

Me habría encantado continuar esa conversación que no llevaba a ninguna parte, o bueno, puede que no tanto, de cualquier manera mi atención se desvió hacia un grupo de chicos de cuyos labios había salido el nombre del rubio seguido de una sarta de risas.

Ni siquiera me percaté de cuando arrastré la silla hacia atrás haciéndola caer de manera estrepitosa antes de encaminarme en su dirección. Mi mano se apoderó de la camisa del que parecía llevar la voz cantante antes de que pudiera entrar en su radar visual.

—¿Podrías repetir eso que has dicho?

No parecía ser muy inteligente porque a pesar de que sus dos amigos notaron la amenaza fluyendo por mis palabras él no borró esa sonrisa arrogante de su rostro.

—Solo digo lo que todos pensamos. Que ahora se entienden muchas cosas. Tyler es demasiado idiota como para haber conseguido llegar hasta este curso sin más.

Cerré más mi puño disminuyendo el espacio que había entre su camisa y su cuello notando como la presión empezaba a borrarle esa expresión engreída del rostro.

—No es culpa suya que nuestro sistema educativo premie solo a los que memorizan información para esculpirla en un examen. No es estúpido por no sacar las mejores notas y como vuelva a escucharte insinuar algo parecido otra vez vas a ganarte un bonito color morado en tu ojo.

Solté su agarre de mala manera al verlo levantar los brazos en modo de rendición. Ni siquiera yo sabía por qué había saltado en su defensa pero quedarme para escuchando como lo criticaban no se sentía correcto.

—¿Seguro que no estás de mal humor?—murmuró Ethan cerca mía de forma burlona.

—Puede que un poco.

—¿Un poco solo?

—Parece que la señorita Adams no es la única con la que se ha acostado a cambio de favores.

No importaba lo bajo que lo hubiese dicho, mi puño impactó contra su nariz antes de que pudiera intuir mis intenciones. Lo noté húmedo al instante y con un solo vistazo comprobé que toda esa sangre que salía escandalosamente de su nariz solo podía indicar que estaba rota. Bien por mí.

— Llevadlo a la enfermería. Ahora. Señorita Brooks, vaya a la oficina de la directora.

Y el profesor entró en el peor momento. No tan bien por mí.

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¡Buenos días/tardes/noches/lo-que-sea! Espero que hayáis disfrutado este capítulo tanto como los otros.

Podéis dejarme por aquí vuestra opinión del capítulo.

Pregunta: ¿Montaña o playa?

Y eso es todo por ahora.

Se despide, mglm17.

Rumores Azules (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now