Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 1

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Había muchas posibles razones por las que podría considerar mi día especialmente horrible a pesar de haber pasado apenas unas horas desde que había amanecido. Podría haber dormido mal, haber discutido con alguien importante para mí, estar sobrecargada con algún tipo de trabajo, haber experimentado un momento desagradable... Las opciones no eran pocas pero esa mañana en concreto mi descontento se debía a otra cosa.

A mucha gente le parecía emocionante descubrir nuevos lugares para expandir sus horizontes, a otra más bien les disgustaba cambiar su entorno de comodidad. Si tuviera que decantarme por uno escogería el primer grupo. Tal vez por eso mis padres eran incapaces de comprender porque no quería aceptar el nuevo cambio que habían impuesto para mí.

El instituto de Lakestone se daba a conocer por una educación especializada para gente de élite, nadie con menos de cinco ceros en su cuenta corriente podía permitirse aquel instituto. Las materias no eran muy diferentes a las de las escuelas públicas pero en el mundo del dinero las apariencias lo eran todo. Esa no era la única razón por la que me habían forzado a empezar el nuevo curso allí, también habían usado como excusa las ventajosas amistades que podrían serte útiles en un futuro por compartir clase día a día con los descendientes de las personas más poderosas del país.

Tenía que admitir que no estaba muy apegada a mi antiguo instituto porque ninguna amistad me retenía en él, pero al menos no tenía que estar rodeada de adolescentes comportándose como niños. Eso y que no me obligaban a usar uniforme. La falda burdeos que llevaba no era excesivamente corta y me gustaba la camisa blanca con el logo de un león bordado en negro, pero eso no significaba que estuviera dispuesta a llevar unas medias negras con zapatos de charol a juego o esa estúpida corbata del mismo estampado que la falda.

—Tía, tenías que haber ido a Hawaii conmigo. El viaje ha sido espectacular.

—Mi familia ha insistido en ir a las Maldivas, pero prometo acompañarte al viaje de invierno.

Las voces de los estudiantes empezaron a ser audibles a medida que disminuía la distancia con el poderoso edificio granate que tenía ante mí. Casi me resultaba extraño que tuviera un cupo de quinientas personas porque parecía tener espacio suficiente como para albergar a tres mil. Intenté recordar la manera en la que describieron al Lakestone mis padres mientras paseaba la mirada por la bandera con el emblema del instituto que era movida por el viento. Me sonaba que tenía pistas de bastantes deportes además de un jardín muy bien cuidado y por supuesto de una cafetería que nada tenía que envidiarle a los restaurantes corrientes.

Caminé a paso ligero hasta la entrada ignorando los lujosos vehículos del aparcamiento con la intención de leer las listas para averiguar en que clase me habían colocado. La única cosa medianamente decente que podía nombrar era que al ser el primer día solo teníamos una clase antes de irnos en las que el tutor nos daba la bienvenida y nos repartía el horario. Paseé la mirada con inquietud hasta que conseguí localizar mi nombre a principio de una de las listas.

Brooks, Hailey

Observé la lista con recelo situando una mueca al leer esos tan conocidos apellidos rodeando mi nombre. Me encaminé hacia el aula que había conseguido ubicar gracias al mapa que se encontraba al lado mientras pensaba que no había que ser muy inteligente para deducir que si mis compañeros de clase eran los hijos de las familias más influyentes o ricas del país no era precisamente por una casualidad. Habían formado las clases en referencia al poder de sus padres. Siendo objetivos eso era un problema para mí porque no pensaba callarme ante nadie si algo me molestaba y cuando cabreara a alguien iban a haber poderosas repercusiones para mis padres. Porque iba a acabar ganándome la desamistad de alguien, siempre lo hacía.

Observé el reloj que había encima de la pizarra al ver que la clase se encontraba medio vacía. Todavía quedaban quince minutos, posiblemente por eso solo estuvieran unas siete personas en clase. No me molesté en saludarles o presentarme mientras me encaminaba hacia el fondo del aula intentando que captaran con las tres filas de distancia que no me apetecía relacionarme con nadie.

Ese asiento en la esquina izquierda de la última fila parecía estar puesto ahí especialmente para mí. El viento que se colaba por la ventana regulaba la elevada temperatura y gracias a las cortinas la luz no suponía una molestia para mí, además de poder permanecer alejada del resto de personas claro está.

Por alguna razón que no pude comprender los que se habían convertido en mis nuevos compañeros de clase no parecieron opinar lo mismo porque sus rostros mostraron tal grado de espanto que por unos segundos dudé de si me habría peinado esa mañana. Mis largas ondas castañas eran envidiadas por gran parte de las chicas con las que me cruzaba pero eso no quitaba que parecieran un nido de pájaros si no las controlaba debidamente al despertarme por las mañanas.

—¿Se ha vuelto loca?— le murmuró una chica con uñas kilométricas a la morena que tenía al lado.

—Si intenta llamar su atención no lo va a conseguir así. Va a conseguir que la expulsen.— le respondió esta de vuelta desviando la mirada cuando vio como elevaba una ceja con burla en su dirección.

Ni siquiera eramos diez personas en la clase pero los susurros sonaban con tanta fuerza que parecía haber cincuenta. O al menos eso era antes de que estos se cortaran de golpe unos segundos después de que decidiera que los árboles que me dejaba ver la ventana eran más interesantes que sus opiniones. Me dejé arrastrar por la curiosidad desviando la mirada hacia la puerta topándome con que el causante era un simple chico.

No entendía como el rubio había conseguido detener los murmullos con su sola presencia porque a simple vista parecía una persona despreocupada y risueña, nadie a quien pudieran temerle. Pareció sorprenderse cuando sus ojos azules me encontraron en la última fila pero no pasaron ni dos segundos hasta que situó una sonrisa en su rostro que le marcaba un hoyuelo en la mejilla izquierda mientras se dirigía hacia mí.

—Hola. —saludó ampliando lo sonrisa al llegar a mi mesa. —Eres nueva, ¿verdad?

—Sí.

—Me lo imaginaba.—continuó sin incomodarse por mi cortante respuesta— No te preocupes, estas cosas pasan. No puedes sentarte ahí.

Repasé su rostro con interés porque era incapaz de proponer una simple hipótesis que explicase por qué todos murmuraban cosas sin sentido alabando mi suerte por haberme encontrado con Tyler y no con cualquier otro. No me dejé intimidar mientras cruzaba los brazos negándome a aceptar esa respuesta.

—¿Por qué?

—Los sitios están asignados desde antes de empezar, no podemos cambiarnos.

—Nadie me ha dicho que tengamos que sentarnos por orden de lista.

—Oh, no, no es eso. —se rió mientras se revolvía el pelo como si algo de esa situación tuviera alguna gracia— El instituto no nos obliga a sentarnos así, es algo que tenemos los estudiantes. Nos sentamos según nuestro apellido pero no por orden alfabético, sino por la importancia que tenga.

—¿Perdona?

—Las personas con los apellidos menos importantes se sientan allí —señaló las primeras filas— y los más importantes en esta fila. No te preocupes, dime tu apellido y te asignaremos un lugar.

Lo evalué con la mirada intentando averiguar si decía en serio esa gilipollez o se estaba quedando conmigo. Su expresión aún alegre no me desveló nada pero los susurros del resto de gente sí que lo hicieron, al parecer la gente allí tenía costumbres más estúpidas de lo que me imaginaba en un principio. Costumbres que yo no pensaba seguir.

—No me voy a mover por esa gilipollez.

—¿Qué?

—Que si eso es todo lo que tienes que decir ya puedes irte.

El ruido desapareció casi al instante, me costó unos segundos darme cuenta de que no se debía a mi respuesta porque estaba demasiado centrada en que mi mirada le dejara lo suficientemente claro al anonadado rubio que yo no era una persona a la que le convenía molestar. Fue cuando unos pasos resonaron contra el suelo cuando me percaté de que había alguien que caminaba hacia nosotros.

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¡Buenos días/tardes/noches/lo-que-sea! Pues aquí empieza una nueva historia que espero que os enamore perdidamente.  Apenas es el primer capítulo, pero podéis dejarme por los comentarios que os está pareciendo. Por cierto, los días de actualización serán los jueves.

Pregunta:¿Cómo habéis llegado hasta esta historia?

Y eso es todo por ahora.

Se despide, mglm17.

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