19

1.5K 84 21
                                    

M A T E O

Es horripilante pensar que durante toda nuestra vida nos despertamos cada día esperando cumplir la rutina que tenemos establecida, pero que en cambio el destino tenga un plan totalmente diferente para nosotros.

Que en un día especial como el cumpleaños de mi hermano termine de la manera más trágica para todos...

Pensar que la historia sería otra si no les hubiera pedido venir, si no se hubieran ido de mi lado, si nunca hubiera aparecido Bruno.

Camilo siempre me dijo: "el destino es así de hijo de puta y cuanto antes lo aceptes, mejor podrás sobrellevarlo" y es ahora cuando siento la veracidad de esa frase.

Vuelvo a prestar atención a lo que me rodea cuando siento el tacto de una mano sobre la mía y la agarro justo cuando suelta un quejido.

— Mateu... — llora agarrándome todo lo que permite su diminuta mano.

— Sé que duele campeón pero deberás aguantar un rato más, ¿sí?

El nene asiente y pierde su mirada en un punto fijo de la cama blanca.

— Ya falta poco... — anuncia la enfermera que se está encargando de curarle la herida.

Miro hacia la puerta abierta viendo como dos policías aguardan para intentar hablar con Joel después de todo lo sucedido. Agacho la cabeza derrotado, toda esta situación de mierda me está superando.

— Listo — la auxiliar guarda las cosas en un pequeño botiquín y se levanta — iré a por la medicina que debe tomar para que le baje el dolor, enseguida vuelvo.

En el momento que sale ella los dos agentes entran, pero paran en seco cuando Joel empieza a negar con la cabeza y a gritar que se vayan.

— Quiero irme a casa con mamá y contigo... ¿Dónde está mami Mateu? No quiero hablar con ellos, por favor... — suplica entre sollozos agarrándose a mi camiseta.

Miro a los oficiales pero se mantienen inflexibles.

— No lo podemos retrasar más cuando el causante de todo esto sigue suelto por ahí — habla uno de ellos.

— Soy el primero que quiere agarrar a ese hijo de puta, pero no así, obligando a hablar a un niño de cuatro años después de toda la mierda que ha presenciado hoy.

— Es un testigo primordial de... — intenta aportar el otro pero le interrumpo.

— ¿¡No entienden que ha tenido que ver como su madre es arrollada por el desquiciado de su padre!? ¿¡Cómo se plantean si quiera que esté preparado para dar declaración!? ¡Tiene cuatro años y una madre debatiéndose entre la vida y la muerte! ¡Vuelvan en otro puto momento joder! — grito sin importarme que me esté dirigiendo a las autoridades.

— Señor, debe tranquilizarse... — advierten.

— Tiene razón — miramos todos hacia la puerta y nos encontramos con la enfermera. — El niño acaba de sufrir un shock muy fuerte y no está preparado mentalmente para hacerle frente, si lo hiciera sería fatal para su estabilidad emocional... Será mejor que lo intenten en otro momento.

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora