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Hace cuatro años.

Después de que el camión de mudanzas se fuera y el señor nos ayudara a subir la última caja, me tiro en el sofá de nuestra nueva casa y observo lo que será mi hogar.

— ¿Cansada? — pregunta Bruno mientras se sienta a mi lado.

— Un poco — apoyo mi cabeza sobre su hombro y suspiro. — No me gusta el color de las paredes, parece que estamos en un psiquiátrico.

Sonríe y miramos en silencio la misma pared reflexionando qué color le quedaría bien.

— ¿Qué te parece si lo pintamos de verde clarito? — propongo.

— ¿Cómo tu habitación? — asiento. — Podría estar bien, pero deberíamos tener en mente otra opción.

— Mmm... — me toco la barbilla con gesto pensativo y le miro. — ¿Qué te parece azul eléctrico? — dictamino de broma, pero al ver que se levanta decidido a comprar unos cuantos botes de ese color, le agarro de la manga manteniéndolo así en el sitio. — No lo decía en serio — aclaro riéndome.

— ¿No? — niego con la cabeza sonriendo. — A mi me gusta la idea — hace un pucherito que se deshace en el instante en el que mis labios tocan los suyos en un tímido beso.

Sus manos viajan pos todo mi cuerpo y se paran en la cintura para estrecharme más contra él y subir la intensidad del beso.

— ¿Estrenamos la cama? — cuestiona a escasos centímetros de mis labios.

— No tenemos cama aún — le recuerdo sonriendo. — Pero el sofá parece ser cómodo — le guiño un ojo y voy en busca de mi teléfono en cuanto lo escucho sonar.

Lo localizo encima de una de las cajas que están en la entrada y contesto ante la mirada de Bruno.

— Hola — digo a modo de saludo.

— Hola chocho, ¿cómo va la mudanza?

— Bien, nos queda desempacar y ponerlo todo a nuestro gusto — explico mientras miro a mi alrededor. — Aún no me creo que me haya independizado — murmuro meditando en voz alta.

A penas hace cinco meses desde que cumplí los dieciocho y ya estoy viviendo por mi cuenta... Mentiría si dijera que eso no era lo que quería hacer cuando me peleaba con mis padres, pero de desear a conseguir hay un tramo muy gordo.

— Me alegro mucho por ti nena. Por cierto, me temo que está noche no podré llevarte a trabajar, he quedado con Julián.

Mis cejas se elevan considerablemente mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro.

— ¿Julián? — repito con asombro y Bruno me mira desconcertado mientras se acerca — ¿El chico tímido que conocimos el otro día?

— Sí... Me llamó y decidimos quedar — explica, y apostaría cualquier cosa a que se está tocando el cuello mientras habla. — El plan era quedar en plan cita de parejas, pero entre que trabajas y estas ocupada con tu novio pues...

— No me cuentes historias, sabes de sobra que hoy libro... ¡Tú te lo quieres tirar esta noche!

— Sí — se ríe y me pega la risa.— Te dejo que me tengo que preparar. Mañana te cuento todo, ¡te quiero! — le aseguro que yo también y cuelgo.

— ¿Gina? — cuestiona Bruno tirando de mi y envolviendo sus brazos en lo bajo de mi cintura — ¿Y quién es Julián?

— Su nueva conquista — explico elevando mis brazos a su cuello.

— El chico tímido que conocisteis el otro día, ¿verdad? — me mira con una ceja más elevada que la otra.

— Ya sabes lo sociable que es Gina — digo encongiéndome de hombros.

— Sí, la verdad es que me di cuenta de como era al momento de conocerla pero no me puedo quejar ya que gracias a ella conocí a mi futura mujer.

— ¿Futura mujer? — repito intentando que no se note la ilusión en mi voz.

— Úrsula — su tono toma un rumbo más serio y decido. — Eres mía y siempre lo serás princesa — dice mirándome a los ojos. — No hay nada que más me ilusione que algún día puedas ser mi mujer y la madre de mis hijos, sé que apenas llevamos tres meses y no quiero precipitarme... Así que sólo quiero que tengas en mente que mis planes de futuro llevan tu nombre.

Le mantengo la mirada hasta que se vuelve borrosa a causa de las lágrimas que se acumulan en mis ojos.

— Te amo — sus pulgares me secan las lágrimas y mantiene las manos en mis mejillas.

— Te amo mucho más — afirma besándome— Nuestros hijos saldrán hermosos si heredan esa carita — se separa mientras sonríe y me arrastra a la cocina.

Bueno, cocina por llamarlo de algún modo, ya que los únicos muebles que hay son una mesa, dos sillas y algunos estantes vacíos.

— Me vas a hacer sonrojar — declaro notando el calor que emana mis mejillas.

Bruno agarra la bolsa con la comida rápida que pedimos y lo deja sobre la mesa.

— ¿Cenamos? — saca el contenido que consta de dos hamburguesas con sus respectivas patatas fritas y la bebida.— Este es el tuyo — me pasa mi menú.

— Gracias — compruebo que no tenga ni cebolla ni pepinillos y sonrío.

Estamos comiendo cuando le llaman. Mira el teléfono y al reconocer quién es se levanta.

— Debo contestar, enseguida vuelvo — explica y se va hacia el salón.

De mientras analizo el espacio pensando de qué manera podría ser decorado cuando escucho como Bruno alza la voz en contra de la persona que está al otro lado de la línea. Me acerco a la puerta y veo como gesticula enfadado de espaldas a mi.

— ¿Cómo puedes ser tan inútil? — silencio. — Mejor déjalo, ya me encargaré mañana. — bufa, se da la vuelta y me mira.

— ¿Va todo bien? — cuestiono.

— ¿Desde cuándo llevas ahí? — dice ignorando mi pregunta.

— No mucho tiempo, solo que escuché como...

— No vuelvas a espiarme mientras hablo por teléfono, ¿estamos? — ordena duramente.

— Lo siento — me disculpo sinceramente, no tengo que escuchar conversaciones que no me incumben.

Bruno resopla mientras se pasa las manos por la cara y cuando me vuelve a mirar parece que su enfado anterior se ha esfumado.

— Vamos, sigo teniendo hambre — llega a mi posición, me rodea con el brazo y me besa la sien.

Asiento mientras sonrío y caminamos de vuelta a la cocina para terminar nuestra primera cena en nuestro nuevo hogar.




holaa
que mierda de capítulo, perdón :c
estén bien, nos leemos pronto ¡!

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora