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Ú R S U L A

Hace cuatro años.

La puerta principal se abre y Bruno pasa de largo hasta la habitación ante mi atenta mirada, encima cierra de un golpe sin decirme nada pero no le tomo importancia y sigo a lo mío.

Resoplo una vez más tocándome la barriga mientras miro por la mesa, ¿dónde he dejado el mando del televisor?

Paso al sofá, entre cojines logro tocarlo pero no lo alcanzo, por lo que los arrojo al suelo.

Pero me olvido del objeto cuando mis ojos se posan en la jeringa.

Lo agarro, aún se puede distinguir el líquido que reside dentro.

No puede ser, pienso.

Doy media vuelta y me adentro en la habitación donde Bruno está tirado en la cama.

— ¿Has vuelto a la mierda esta?

— ¿Qué coño haces con eso? — me observa enfadado.

Su mirada está perdida por más que intenta centrarse.

— Me dijiste que lo habías dejado.

Se pone de pie y anda hasta estar de frente para quitarme la jeringuilla de la mano.

— Lo he intentado reina, te juro que sí.

No pienso aguantar esto ni un segundo más.

Me doy la vuelta con intención de irme pero me agarra del brazo.

— Aguantarás lo que a mi me la gana, ¿entendido? — no hablo y me zarandea. Respóndeme.

.

Bien, ¿has hecho ya la cena?

No hay nada.

— ¿Te lo has terminado todo? Joder deja de comer ya, te estás poniendo como una puta vacame suelta el brazo bruscamente.

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora