Eiji

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Me escondí totalmente asustado en uno de los cubículos del baño. Me sentía descontrolado y lo detestaba: mi cuerpo parecía desear sufrir otro celo nuevo, pero mi orgullo me mantenía despierto y me permitía ahogarme en pastillas supresoras para evitar cualquier accidente.

Lo último que deseaba era terminar siendo violado en la Universidad por haber perdido los estribos por culpa de ese estúpido. ¿Quién demonios era ese y cómo había logrado dejarme en ese deplorable estado tan débil?

Espere un par de minutos en el cubículo, escuchando a las personas conversar y reírse. Me sentía pequeño y débil en aquel apretado lugar, rezando para que ningún alfa me detectase.

Malditos Alfas, malditos géneros que controlaban a la sociedad, ¡maldito ese imbécil! ¡Lo insultare hasta la tumba!

En cuanto pude tranquilizarme, tomé mi maletín y me moví con fingida calma por los pasillos hasta encontrar el salón de mi próxima clase. Me senté al principio de todos para poder estar más cerca del profesor, tomando el lugar junto a una pequeña rubia y esperé hasta que comenzara.

— ¡Hey, Isidora! ¿Qué tal tu vida, nena? — Una voz irritante se coló detrás de mí, un irritante varón se apoyaba sobre el banco de atrás para acercar su rostro cerca de la rubia. — ¿Acaso no vas a contestar, despreciable omega?

A pesar de que prefería pasármela ignorando al resto del mundo, mi atención fue captada al instante al escuchar al género de la muchacha. ¿Ella era una Omega? ¡Imposible, era difícil para esa clase de personas entrar este lugar!

Al ser ignorado, el irritante alfa (porque obviamente era uno de ellos) decidió moverse frente a ella y colocarse muy cerca de su rostro. — Eres muy bonita, normal de los asquerosos Omegas. — Tomo uno de los cabellos rizados de la chica para juguetear con él. — Dime, ¿no tienes ganas de ir a hacer algo más esta noche? Estoy seguro que amaras chupármela, estas acostumbrada a hacerlo, ¿no?

Por primera vez, la chica pareció dar indicio de vida, ya que se había mantenido totalmente indiferente a la situación y le clavo con fiereza sus ojos marrones. — Ve a pedirle que te la chupe tu abuela, imbécil.

— A diferencia de ti, mi abuela no es experta en el tema.

— Pero tú luces muy informado, ¿por qué no se la vas a chupar a alguien? — Y sin que el otro lo esperara, le golpeo la rodilla de un puntapié y le lanzó un mochilazo al rostro, causando que el Alfa cayese para mi gran placer.

— ¡Asquerosa Omega! —A pesar de que muchos de sus amigos se habían movido para ayudarlo, el Alfa los empujo y se levanto para acercarse hervido hacia la rubia: no me hubiese sorprendido que la atacara sino fuese por la entrada del profesor al salón. — ¡Te salvaste por esta vez, Isidora! — Le grito, recibiendo el dedo medio de parte de la muchacha, para después ella enterrar su nariz en los libros de Economía.

Aunque el show había resultado entretenido, ¿Qué clase de Omega era ella? Nunca había visto a alguien de ese género mostrarse orgulloso y a la defensiva contra los Alfas. 

 

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¡No quiero tu amor! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora