Eiji

797 158 38
                                    

«Tan inteligente, con una increíble personalidad para el poder. Un digno Arata para la familia.»

Nací en una cuna de oro, me regalaron una corona y un poder que disfruté a todo gusto por durante 13 años.

Mi apellido, Arata, era poderoso y la idea de que mi destino fuese ser un Alfa, fue lo que me mantuvo en altivez por años. Me malcriaban, llenaban de halagos mi nombre y me veían incluso más superior a mi hermano mayor, Haruto; en todos los aspectos posibles, siempre me demostraba mejor que él.

Pero el fatídico día de mi existencia llegó y con ello, mi vida se fue para el retrete.

Mi futuro se suponía que estaba establecido como poderoso y lleno de riquezas, pero cuando colocaron, frente a mis ojos, la hoja que confirmaba mi segundo género; todo eso se borró.

Fui dejado de lado, mis lograros se desmentían y todos dejaron de verme como Eiji. Mi familia, mis amigos, el mundo me distinguían simplemente como otro Omega más, un bastardo en la familia Arata.

«¡No es suficiente, Eiji! ¡Estudia aún más, hasta que te ardan los ojos si es necesario!» Gritaba mi padre, lanzando mi examen de nota perfecta al suelo con furia. Mi madre me observaba con una mezcla de lastima y repudio, mientras Haruto se mantenía distante con su promedio regular.

¿Existía algo peor que perder todo mi prestigio?

Sí, mucho peor.

«Puedes entrar en celo en cualquier momento, ten cuidado.» Fueron las amables palabras de la enfermera escolar, antes de devolverme temprano a casa por un malestar desconocido.

Y allí, solo en casa, estaba Haruto. Casi nunca nos hablábamos, una cierta distancia se había establecido entre mi yo de 15 años y mi hermano de 18 años; nuestros padres detestaban la idea de tener un omega y un alfa en la misma habitación, por lo cual siempre acababa siendo yo el que debía retirarse y disculparse por molestar a mi "preciado" hermano.

Pero, en ese día, estábamos solos.

No había servicio de limpieza o alguien en casa, más que nosotros dos.

ꟷ Hueles muy bien, Eiji... ꟷ Fueron las palabras de Haruto, cuando comencé a sentirme mareado e inestable. ꟷ Eiji, no me tengas miedo. No te hare nada. ꟷ Susurraba, atrapándome entre sus brazos mientras que a mi me costaba respirar establemente.

Sus manos me quemaban, su olor me nublaba la mente y a pesar de mis quejidos, Haruto no se separó de mi lado. Cuando volví a tener conciencia; desperté en mi cama, desnudo y con mi cuerpo gritando de dolor por las mordidas desperdiciadas en todas partes de mi piel.

Lloré toda la tarde, encerrado en mi cuarto e ignorado por todos.

¿Fue la primera y última?

No, ya lo hubiera deseado.

Desde ese día, cada vez que me encontraba en celo o Haruto estaba caliente; me atacaba de forma brutal y lo único que podía hacer era aceptarlo, llorar mientras lo hacíamos y proteger mi nuca con todas mis fuerzas para evitar un vínculo.

Y lo peor de todo: no podía decirlo porque nadie me creería. Por ser un omega, sería culpado por dejarme y si mis padres nos descubrían, sólo me señalarían a mi como el incitador.

Con esa tortuosa rutina, pase dos años siendo abusado sexualmente por mi hermano mayor.

«¡Maldito pecaminoso!» Gritó la novia de Haruto cuando nos descubrió un día por el descuido de mi hermano, ella fue directo a golpearme con odio y señalándome como el malvado de la historia. No se calló y les fue con el cuento a mis padres, que acabó con mi vida.

«¡Arruinaste por completo nuestra familia con tu nacimiento!» Lloraba mi madre, mientras era señalado como una canalla.

Como lo esperaba, me recluyeron de la familia. Ante las cámaras del mundo, éramos una familia perfecta. En la vida real, viví mi último año de secundaria en un apartamento lejano de mi hogar verdadero y simplemente me mantenían para continuar con su imagen frente a Japón.

Estudié, no dormí muchas noches y me torturé para entrar a la mejor Universidad de Inglaterra, con solo una idea en mi mente: iba a demostrarme superior a mi familia, aplastaría a todos los alfas posibles y me juraría nunca mostrarme débil ante cualquiera.

Las cicatrices en mi cuerpo me recordaban mi pasado, pero no definían mi futuro.

Pero, frente a mi puerta, se encontraba mi pasado con una sonrisa burlista. ꟷ Vine por ti, Eiji. Volvamos a casa. ꟷ Susurró Haruto, alargando su mano para intentar acariciarme.

¿Podría cumplir con lo que me había jurado?


No me quemen :)

No me quemen :)

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
¡No quiero tu amor! ©Where stories live. Discover now