¡No quiero tu amor! ©

Jules

— ¿Lo hemos perdido? — Murmuró Sebastián, picándome con su bolígrafo mientras me observaba como una especie de descubrimiento especial.

— ¡Sebs, deja de molestarlo! — Nina atrapó su lapicero, para lanzárselo por la cabeza. — Ya suficiente tiene que cargar con que nadie lo quiera, para aguantarte a ti.

Levanté mi rostro de la mesa de la cafetería, para observarla completamente ofendido. — ¡Oye! ¡La gente si me quier...! — Volví a lanzarme de nuevo en mi antigua posición, devorando las galletas con chispas de chocolate con miseria. — No, tal vez nunca haya sido amado realmente. ¡Nunca nada me salé bien!

— Típico de signo de Cáncer... — Cuchicheó Nina, antes de que la mirara mal.

— ¡Ey, que pasa con esas caras largas! — Para mi sorpresa, un brazo musculoso atrapó mi cuello para tironearme hacia atrás y una mano gigante comenzó a despeinar mis rizos. — ¡Jules, el gran Jules! — Era uno de mis compañeros, un grado mayor que yo, el que me sonreía divertido. Detrás suyo, la mesa de atrás nos saludaba mientras nos lanzaban comidas y reían.

— Ah, Nicco, hola. — Murmuré, intentando sonreír, pero nada me salía.

— ¿Qué pasa, nene? ¿Te han rechazado otra vez? — Me sonroje al ser descubierto, mientras unas betas susurraban "Que tierno" al verme.

Lo empuje ligeramente con mi codo, pero Nicco no se separaba y adoraba pegarse contra mí. — No es tu problema.

— ¡Ah! ¡Yo se como animarte! — Pellizco mis mejillas, mientras me sonreía con cierto aire de travesura. — Este fin de semana haremos una fiesta doble, ¡la mejor que iras en tu vida! ¡Conseguirás a cualquier persona que quieras para divertirte!

Iba a negarme con fuerza, no tenía ánimos de ir a lugar repleto de personas: sólo deseaba encerrarme en mi cuarto y ver las peores comedias del cine hasta morir de tanto consumir helado. Pero Sebastián se coló y choco puños con Nicco. — ¡Uff, me antojaste! ¡Envía la ubicación y nos tendrás allí! — Miré mal a mi amigo, para que él se encogiera de hombros. — ¿Qué? ¡Estoy seguro que te animara!